La energía de diez rupias – Swami Vishnudevananda
Vishnudevananda fue un gran gurú del Yoga. La energía de diez rupias, como decía él, le impulsó a recorrer el mundo difundiendo el Yoga.
Queremos darle las gracias a Lorena por habernos propuesto hacer un artículo especial sobre Swami Vishnudevananda. Este fue su comentario, que está en el artículo sobre los 10 Grandes maestros del Yoga del Siglo XX:
Joe qué interesante el post!!!! me gustan mucho los artículos de vuestro blog y los leo todos 🙂 me parece muy curiosa la historia del aviador. Puedes ampliarla?
Gracias!
Tabla de Contenidos
Los inicios de Swami Vishnudevananda
Vishnudavananda nació en Kerala, al sur de la India el último día del año 1927. Su familia pertenecía a una casta llamada «Nair». Su padre era un brahmán.
Vishnudavananda ingresó en el ejército indio, pero no aguantó mucho allí. El punto de inflexión en su vida llegó cuando un día leyó las Instrucciones Espirituales de Sivananda. Estas fueron las palabras que leyó en un panfleto:
Un gramo de práctica vale tanto como toneladas de teoría. Introduce el Yoga, la religión y la filosofía en tu vida diaria y alcanzarás la realización personal
Quizá te sorprenda que por estas sencillas líneas Vishnudavananda decidiera realizar un viaje de casi dos días (más de lo que hoy sería viajar de España a Australia) para conocer a Sivananda, pero a él seguro que le mereció la pena. Por todo lo que sucedió después en su vida, parece que le gustó.
Pero antes de todo eso realizó un segundo viaje.
La primera lección de Sivananda
Ocurrió que en el segundo viaje Sivananda y Vishnudavananda chocaron. O mejor dicho Vishnudavananda chocó con Sivananda.
El aprendiz y otros jóvenes llegaron al centro que tenía Sivananda en Rishikesh, a orillas del Ganges, y le estuvieron esperando mientras él terminaba de bañarse, se secaba y subía las escaleras hasta el centro. Cuando llegó el gurú, el resto de jóvenes se postraron en señal de respeto, pero no Vishnudavananda. Supongo que le molestó haber tenido que esperar o a lo mejor en aquella época tenía cierta soberbia. Lo cierto es que sus miradas se cruzaron y la respuesta de Sivananda fue postrarse él ante el aprendiz.
Esa fue la primera enseñanza del maestro al aprendiz: tenía que ser más humilde.
Una misión importante
Ese fue el primer paso de Vishnudavananda en el camino del Yoga. Entró en el Centro de Yoga de Sivananda en Rishikesh y contaba con 20 años cuando se hizo monje. Daba clases de Hatha Yoga a muchos estudiantes (incluidos algunos occidentales que residían en la India) y su número no paraba de crecer.
Vishnudavananda no solo daba clases, sino que continuaba aprendiendo de su maestro Sivananda. Fue así durante los siguientes 10 años, hasta que un día el gurú le encomendó una importantísima misión: llevar el Yoga a Occidente. Le dio diez rupias y le hizo partir sin saber inglés más allá de unas cuantas frases cortas.
La frase célebre de Ringo Starr
Vishnudavananda viajó a Canadá y abrió el primero de los centros de Yoga Sivananda en Montreal en 1959. A este le siguieron otros centros en los siguientes años, como los localizados en Bahamas, Grass Valley (California) o Nueva York.
La idea de Vishnudavananda era formar a nuevos profesores para que ellos impartieran clase a un número creciente de yoguis. Entre ellos empezó a haber famosos y artistas relevantes, normal teniendo en cuenta que también había un centro en Los Ángeles. Unos de los más relevantes, sobre todo en aquel momento, eran The Beatles (aunque a ellos los conoció en Bahamas, donde fueron a rodar una película, Help).
De esa amistad surgió una de las frases célebres del Yoga y de la música: Vishnudavananda les había dicho a los cuatro de Liverpool que llegarían a realizar la Sirsasana o Postura sobre la Cabeza. A lo que respondió Ringo Starr con: «¿Cómo voy a ponerme sobre la cabeza si ni tan siquiera puedo mantenerme de pie?».
Esa broma de Ringo refleja hasta qué punto veían imposible realizar esa postura, pero lo consiguieron. Para entonces, The Beatles habían descubierto que el Yoga es mucho más que ejercicio físico y contribuyeron a su difusión.
El Avión para la Paz (y el Yoga)
Esta es la razón por la que en el post sobre gurús del Siglo XX apodamos a Vishnudavananda El Aviador. Él pensó en una forma de intentar reducir la tensión que había en el mundo a través del Yoga. Estaba convencido de que lo lograría. Pero, ¿cómo dar a conocer aún más el Yoga en Occidente?
Lo que se le ocurrió también ha pasado a la historia del Yoga: consiguió una avioneta, la pintó con gran colorido y la bautizó como «El Avión para la Paz». Recorrió muchísimos países en la avioneta.
Los vuelos más importantes fueron:
- A Irlanda del Norte (1971).
- Al Canal de Suez desde Tel Aviv (1971) y cruzando por el lado egipcio, con quienes también tuvo problemas porque los aviones de combate les «pedían» aterrizar. De vuelta a la India pasó por Pakistán y en lugar de bombas tiró flores.
- A Berlín (1983). Fue en ese vuelvo cuando ocurrió lo siguiente.
¿Quién es usted realmente y qué hace aquí?
En agosto de 1983 ofreció una rueda de prensa en la que anunció su proyecto de sobrevolar Berlín, desde el Oeste al Este. «Queremos simbolizar que no podemos cruzar fronteras con armas, solo con flores –dijo Vishnudavananda–. Si me disparan, ¿qué importa? Muchos han muerto por la guerra. Yo moriré por la Paz.»
A pesar de haber anunciado el vuelo y su naturaleza pacífica, cuando aterrizó en la parte este de Berlín, en medio de una granja, las autoridades soviéticas le detuvieron e interrogaron durante horas.
«¿Quién es usted realmente?», «¿Qué hace aquí?». No dijo Vishnudavananda que estas fueran las preguntas, ni siquiera dijo ninguna en concreto, solo que le interrogaron. Pero es fácil de imaginar que durante el interrogatorio le hicieran preguntas de este estilo, puede que por las películas de espías.
Años más tarde volvió a Berín, cuando cayó el Muro, agradeció a las autoridades que todo se hubiese solucionado pacíficamente, aunque fuera después de muchos años.
La energía de diez rupias
Antes de su muerte en 1993, Vishnudavananda dijo que todo lo que había hecho, tantas veces que había dado la vuelta al mundo, todo fue gracias a aquel maestro que conoció con 20 años y le dio una lección de humildad para toda la vida.
Las 10 rupias que me entregó Sivananda me han llevado alrededor del mundo. Fue la energía de esas 10 rupias la que me hizo capaz de todo lo que he hecho.
Al fallecer, siguiendo un ritual de la India, abandonaron su cuerpo en el río Ganges, aquel donde cuyas escaleras tuvo que subir Sivananda mientras esperaba arriba Vishnudavananda, enfadado, creyéndose muy importante.
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