Un mes entero sin quejarte para cambiar tu vida
- Un mes entero sin quejarte por las cosas sin importancia es el reto mundial al que nos sumamos desde WideMat para que veas cómo te cambia la vida.
- Más abajo encontrarás en qué consiste el reto de cada día.
Te sientes mal cuando discutes con alguien, al igual que cuando te quejas de algo. Seguro que te has dado cuenta de ello. Pero hay una diferencia entre esas dos fuentes de malestar: para discutir se necesitan dos; las quejas, sin embargo, solo dependen de ti.
Y son adictivas. Una queja abona el terreno para la siguiente. No te das cuenta del proceso porque son pequeñas cosas sin importancia, que se suceden sin causa aparente. ¿Cómo vas a ver una relación entre que haya una cola enorme en la caja del supermercado –«¡si cuando he entrado no había nadie! Encima me he puesto en la más lenta»– y que, al pagar, no encuentres en el monedero ese centimillo que evita que te den el cambio en calderilla? Normal que no la veas, no existe, salvo en tu interior. Eres tu quien decide la reacción a cada hecho. Con cada una de ellas le dices a tu subconsciente que el día está yendo mal.
Una queja abona el terreno para la siguiente, así que evita cada una por insignificante que parezca.
Pero, ¿y si pudieras revertir el proceso? Es lo que hicieron Pieter Pelgrims y su amigo Thierry Blancpain cuando decidieron pasar un mes entero sin quejarse. La idea es sencilla: hay veces que la única forma de cambiar es completamente, nada de hacerlo poco a poco. No te permitas las quejas y si ves que te has caído, analiza la situación y verás que no es tan grave. ¿Tanto te molestan esas moneditas?
Nos proponen un reto que puede cambiar nuestra visión de la vida. Solo nos piden que probemos durante un mes, y para facilitarnos las cosas, ese mes es el más corto del año. En palabras de Pelgrims y Blancpain: «De lo que queremos librarnos en febrero es de las quejas sobre las cosas que no podemos cambiar. Como ese autobús que se nos escapa, que llueva el fin de semana, el bebé del vecino que llora. Que desaparezcan todas».
Como llevan haciéndolo unos años, han aprendido algunos trucos. Los quieren compartir contigo a través de su página Complaint Restraint. Consisten en recordatorios, frases motivadoras, pequeños detalles que pueden ayudarte, pero, al final, la decisión es tuya. «No hay una fórmula mágica. Simplemente deja de quejarte. Sé consciente cuando pase».
Desde WideMat nos sumamos al reto y te proponemos pasar un mes entero sin quejarte.
Un consejo de cosecha propia: comparte el reto con más personas para que os ayudéis. Cuando tu amigo se queje porque el boli que ha cogido no tiene tinta, tú estarás ahí para ayudarle; cuando tú te quejes de que va lento el smartphone, será él quien te avise.
¿A quién vas a retar?
Espero que te sumes al reto de pasar un mes entero sin quejarte y que lo compartas con familia, amigos y conocidos para apoyaros mutuamente. Haz como los dos chicos que iniciaron este movimiento, prueba durante un mes. A ver qué pasa. ¡Muchas gracias! Namaste.
El reto día a día
Empezamos el reto #UnMesEnteroSinQuejarte con mucha ilusión y muchas ganas.
Sabemos que es difícil… ¡Pero lo conseguiremos!
De momento esta mañana cuando he ido a ponerme el café he pensado: ¡Pero si no hay, ahora hay que hacer… qué pereza! y automáticamente me he acordado del reto y he pensado: ¡Bueno, así tomo café recién hecho! 🙂
Es una simple anécdota, sé que es una tontería, pero ha sido el primer momento en el que me he topado con mi primera queja y he pensado que realmente en la mayoría de las ocasiones nos quejamos por cosas bastante ridículas…
Como primer día, hoy quería hablarte de la queja y darte algunos trucos para que te sea más fácil acordarte del reto durante el día.
Para empezar con el reto #UnMesEnteroSinQuejarte hay que definir primero qué es una queja, ¿verdad? Vamos a poner las reglas del juego. Primero hay que saber qué es una queja y qué no lo es.
Reglas del Reto
Regla número 1: Una queja es describir una situación, un momento o una persona (incluidos nosotros mismos) de forma negativa en vez de fijarnos en los aspectos positivos.
(Vale el ejemplo del café)
Sí es una Queja: ¡No hay café hecho!, ¡Qué pereza! Ahora tengo que hacerlo, que rabia me da…
No es una Queja: ¡No hay café! Bueno, así lo tomo recién hecho, con lo bien que sabe, y lo bien que huele la casa después…
Regla número 2: Una queja es criticar sin proponer una solución.
Sí es una Queja: ¡Qué mal has hecho el informe de reunión! Esto no vale, cada vez es peor.
No es una Queja: Hay que mejorar el informe. Este punto estaría mucho mejor si añades… ¿te echo una mano?
Regla número 3: Una queja no tiene ningún objetivo. No busca cambiar o mejorar algo, una queja es algo totalmente inútil. No obtienes ningún beneficio al quejarte, todo lo contrario.
Sí es una Queja: ¡Ya he perdido otra vez el autobús! ¡Me ha cerrado la puerta en las narices, podía haberme esperado…! ;(
No es una Queja: ¡Ya he perdido otra vez el autobús! A partir de mañana me levanto 5 minutos antes, que no me suponen nada, y así voy tranquilo dando un paseo hasta la parada.
Regla número 4: Para que sea una queja el asunto tiene que ser tribial e injustificada.
Sí es una Queja: ¡Qué lento va internet!, ¡Me he manchado la camisa! ¿es que todo tiene que pasarme a mí?, ¡Qué frío!, ¡Menudo atascazo!
No es una Queja: Creo que no es justo cómo se está tratando a esta persona. Me duele la cabeza continuamente, voy a ir al médico.
Regla número 5: Una queja es cuando no se lo dices a la persona de la que trata, es decir, cuando criticas.
Sí es una Queja: (Decirle a una amig@) – Cuando llega a casa todos los días deja los zapatos tirados en la puerta. ¿No podría dejarlos en su sitio?
No es una Queja: (A la persona directamente) – Cuando llegas a casa, ¿podrías dejar los zapatos en su sitio?
También me gustaría diferenciar otra cosa importante para este reto. En general podemos quejarnos de dos formas: internamente y externamente.
Para ir haciéndolo poco a poco vamos a empezar el reto intentando no quejarnos exteriormente y luego iremos trabajando en la parte interna porque no podemos olvidarnos que los pensamientos son las semillas de las acciones.
Esta semana vamos a ponernos el reto de no quejarnos exteriormente.
Trucos para acordarte del reto:
Hasta que vayas adquiriendo poco a poco el hábito será más difícil acordarte del reto, pero tranquil@, voy a darte una serie de trucos que voy a utilizar yo:
1. Utilizar algo que te lo recuerde: cámbiate el reloj de mano o ponte un anillo en otro dedo. También puedes empezar a usar una pulsera.
2. Cambiar el sonido a tu móvil, tanto de la llamado como de los mensajes o las alertas de Whatsapp. El móvil nos suena muchas veces al día y este cambio nos chocará por lo menos los primeros días.
¿Se te ocurre alguno más?
¿Qué tal el primer día de reto? ¿Fue bien?
No sé si lo sabes, pero del 30 al 40% de las conversaciones giran en torno a la queja.
Yo lo leí ayer y me quedé helado. ¿Pero tanto nos quejamos? La verdad es que al principio me pareció exageradísimo (renococe que a ti te ha pasado, jajaja), pero luego empecé a comprobarlo. Cuando te fijas detenidamente te das cuenta de que es verdad, que tanto tú como el resto del mundo utilizamos la queja, en alguna de sus formas, en muchísimas ocasiones y sin ningún sentido.
Para conseguir grandes objetivos hay una serie de trucos. El primero y más importante de todos es dividir el gran objetivo que queremos conseguir, en pequeñas metas o acciones concretas y diarias que dependen exclusivamente de ti.
Un gran objetivo como «Dejar de quejarnos y ser personas mucho más felices y positivas» no se puede conseguir así en abstracto, simplemente con desearlo, o intentando hacerlo todo de golpe. Se trata de trazar un plan y subir peldaño a peldaño.
El mini-reto de hoy tiene que ver con esto: durante este segundo día vamos a intentar conocernos un poquito mejor. El objetivo de hoy es que analices las conversaciones, tanto tuyas, como de tu entorno y te des cuenta cuál es tu principal caballo de batalla.
¿Con qué frecuencia te quejas?
¿Qué lugar ocupa la queja en tus conversaciones?
¿En qué momentos te cuesta más no quejarte?
¿Cuál es el motivo principal de tus quejas?
¿Puedes cambiar las cosas de las que te quejas?
¿Utilizas la queja como muletilla?
Estaría muy bien que hoy apuntaras en un papel los momentos en los que te ha salido una queja o te hubiera gustado quejarte. Así esta noche podrás verlo y darte cuenta cuáles son tus puntos débiles y poder hacerlos frente.
Estoy contento de haber empezado con el reto. Empiezo a vislumbrar porqué no quejarse realmente puede cambiar la vida, la mía y la del resto.
Ayer aguanté bastante bien, pero curiosamente pude contenerme mejor con las cosas grandes que con las cosas pequeñas.
Por ejemplo: vi una grieta en la mampara del baño, que creo que se está haciendo más grande, y pude aguantarme y no decir: ¡qué mala suerte tengo! ¡Qué faena! ¡Ahora a ver cuánto cuesta esto! Lo cambié por: bueno, es un poco faena pero se arregla y punto. Estas cosas pasan y ya está, por suerte tengo una casa que me encanta, en la que estoy super cómodo, y con unas vistas a la montaña increíbles. ¡Qué suerte tengo! Me hizo sentirme feliz.
Estaba muy orgulloso de haber superado la prueba, sin embargo, luego me quejé por tonterías. Me di cuenta que inconscientemente al trabajar de vez en cuando emitía una queja en voz alta (si iba lento el ordenador, o por los ruidos de las obras de la oficina de al lado). Me quejaba con algún resoplido y frases como: jooooeeee, maaaaadre mía que lento, uffff, a ver si paran con los ruiditos… Y como yo, los demás también lo hacían.
Me vi desde fuera y pensé: que horror, no quiero ser esa persona que se queja todo el rato. ¿Cómo cambiaría el ambiente de la oficina si lo que se escucharan fueran sólo cosas buenas? 😉
Existen grandes quejas y quejas mucho más tontas o más comunes.
Hoy intenta averiguar cuáles son las tuyas 😉
Hoy quiero hablarte del método más infalible para luchar contra la queja.
Podríamos pensar que podemos combatir la queja con el silencio, que aprender a dejar de quejarnos pasa por mantenernos concentrados en no decir nada, en apretar los puños y decir: ¡No me voy a quejar!, pero si queremos que este reto sea realmente transformador tenemos que ir un paso más allá.
Lo opuesto a la queja es la gratitud.
Los beneficios de la gratitud son infinitos:
- Nos permite ser capaces de ver el lado bueno de las cosas en vez de centrarnos en el lado malo. La gratitud hace que quejarse sea más difícil.
- Cuando pensamos en todo lo que tenemos y nos mostramos agradecidos somos más felices y tenemos sensación de abundancia.
- La gratitud fortalece nuestra relación con las personas y nos hace más felices.
- La gratitud hace más fuertes nuestras emociones positivas y reduce las negativas como por ejemplo la envidia, o el estrés. Cuando valoramos lo bueno que tenemos no nos fijamos tanto en la vida de los demás y nos concentramos más en los aspectos positivos de nuestra vida. La gratitud y la envidia son incompatibles.
- La gratitud nos hace más optimistas. Si creemos que nuestra vida actual es buena lo natural será pensar que nuestra vida futura también será mejor.
- Ser agradecidos nos ayuda a ser menos materialistas. Cuando te das cuenta de que las cosas más importantes por las que dar las gracias no son cosas, comienzas a quitar importancia a las cosas materiales.
- La gratitud hace que nuestros recuerdos sean más felices.
- Nos ayuda a relajarnos, a tener una mejor salud, a dormir mejor… etc.
A partir de hoy acostúmbrate a dar las gracias al levantarte, y por la noche anota en tu cuaderno de gratitud las cosas positivas que te han pasado a lo largo del día.Cuando suene el despertador mañana por la mañana repite: Gracias por este nuevo día, gracias por esta familia maravillosa que tengo, por los hijos, por los padres, por esta pareja, por mis amigos, porque trabajo en lo que me gusta… etc. ¿No es una buena forma de empezar el día?También puedes hacerlo en familia. Una buena idea puede ser que escribáis en papelitos las cosas por las que estéis agradecidos y vayáis llenando una «jarra de gratitud». Cada día iréis viendo cómo la jarra se va llenando de cosas positivas, y a final de año podéis vaciarla, leer los mensajes todos juntos y empezar de nuevo.Si quieres una vida inspiradora, tienes que crear tú esos momentos inspiradores.La gratitud es una actitud ante la vida. Realmente podemos agradecer muchas cosas, empezando por tener la suerte de disfrutar de un nuevo día.Mucha gente dice que vivas cada día como si fuera el último. A mí me gustaría invitarte a hacerlo como si fuera el primero. Quiero que tengas la sensación de que todo a tu alrededor está por estrenar, que tengas curiosidad y que contemples la belleza y la magia que tienes justo al lado.Sé que andarás muy liado, pero me gustaría que, si tienes tiempo, vieras este video (Son 9 minutos), que es realmente motivador y habla un poco de lo que te estoy comentando.
¡Cuarto día del reto ya! Ayer volví a quejarme en algunas ocasiones, pero estoy muy contento de haberme dado cuenta nada más hacerlo. Me pregunté cómo podía contrarrestar el efecto de esa queja y pensé en el consejo de ayer: la gratitud. Cuando me quejaba de algo, llenaba mi mente de gratitud sobre algo relacionado con el objeto de mi queja.
Por ejemplo, me pasó varias veces que WhatsApp me iba lento y tardaba en entrar en los chats. La solución fue dar gracias por la existencia de WhatsApp, creada por personas muy inteligentes, creativas y trabajadoras, que ha sustituido a los antiguos SMS por los que había que pagar. Con WhatsApp solo pagamos 1€ al año… ¡y encima ahora es gratis!
También pensé en el consejo del día anterior. Repasé el correo del día 2, en el que decía «no quiero ser esa persona que se queja todo el rato». Vale, puedo evitar mis propias quejas, pero hay personas que no ayudan, se quejan y te adentran en la espiral de la queja.
¿Cómo evitar que otras personas me contagien con sus quejas continuas?
– Hazles ver que hay solución y que pueden dar las gracias. Por ejemplo, si esa persona tiene un compañero de trabajo que es muy pesado y habla mucho, que entienda que hay trabajos muy aburridos, monótonos y solitarios. A lo mejor no está tan mal tener a alguien siempre hablando.
– La mente esta siempre ocupada con algo. Puede que vaya de un tema a otro, pero en cada momento piensa una sola cosa. Si llevas la conversación a otros temas, puedes ayudar mucho a esas personas cuyo pensamiento siempre tiende hacia inconvenientes y dificultades. Trata de hacerlo de una forma que no parezca brusca.
– Si intentas ver siempre el lado bueno de las cosas, les puede molestar que des soluciones a todo e, incluso, que crean que no les entiendes. «Cómo se nota que no te pasa a ti», «no es tan fácil»… son cosas que te pueden decir.
La respuesta puede ser la siguiente: «Te comprendo, y sé que es una situación complicada, pero hace poco oí de un reto llamado Un mes entero sin quejarte, y decidí probarlo para ver si realmente cambiaba mi vida. A mí me está sirviendo, y creo que tú también podrías probarlo».
– Si lo anterior no da resultado, sintiéndolo mucho, tienes que alejarte de esa persona cuando empiece a hablar mal de alguien o a quejarse. Sé lo más amable y simpático que puedas con ella, trata de empezar con buen pie cada día. Si, a pesar de tu esfuerzo, vuelve a la queja y se lamenta, entonces es el momento de marcharse. No lo veas como algo malo, esa reacción es la necesaria para ella y para ti.
Hay una frase muy acertada del Dalai Lama:
“Deja ir a personas que sólo llegan para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los demás. Si alguien busca un bote para echar su basura, procura que no sea en tu mente”.
En cuanto veas a esa persona, dale la oportunidad de hablar contigo de algo bueno. Merece salir de ese círculo vicioso. Pero si elige seguir ese camino, ten en cuenta que tú también mereces escapar de lo malo y vivir lo mejor que te puede ofrecer la vida. Y que el camino para que ella mejore no es que tú empeores.
Así que hoy, en el día 4 del Reto, ayuda a los demás a cambiar sus quejas, hazles ver que hay cosas buenas en su vida y así será más fácil que tú también dejes de quejarte. Te sentirás muy bien por el cambio de mentalidad tuyo y por el que experimenten los demás gracias a ti, que será recompensado.
¡Ánimo!
¡Buenos días!
Ayer fue el primer día que por fin conseguir pasarme el día entero sin quejarme y la verdad es que sienta de maravilla 🙂
No sé si es casualidad, o si por el reto me estoy fijando más en lo bueno, pero esta semana me han pasado cosas positivas y todo ha ido muy bien.
Me noto más pleno, siento que he profundizado en cosas importantes, estoy de mejor humor, valoro más todo lo que tengo y he disfrutado bastante más del día a día. ¿Te ha pasado a ti también?
Tiene mucho sentido pensar que el reto es el «culpable» de este bienestar.
El gran problema de la queja es que nos centramos en lo que va mal. Nos tomamos cada acontecimiento como si el mundo conspirara en nuestra contra y no es así: el mundo está lleno de posibilidades y oportunidades como para enfocarnos sólo en los aspectos que no nos gustan.
El segundo problema es que la queja es algo pasivo e inútil por definición. Quejarse no sirve para nada.
Podrías pensar que la queja alivia, pero no es así. Te convierte en una víctima. Al igual que la gratitud es un potenciador de lo bueno, que hace que apreciamos la belleza y lo positivo de la vida, la queja es un potenciador de lo negativo.
Desahogarse o comunicar lo que no nos gusta no es quejarse, siempre que esté orientado a buscar una solución. Vivir sin quejarse no es vivir despegados de la realidad, en un mundo ideal que nos inventemos y dando la espalda a los problemas. Si hiciéramos eso, seríamos unos inconscientes. En la vida, hay que poner soluciones, no girar la cara y mirar para otro lado.
Es difícil poner ejemplos, porque siempre desde fuera se ve todo muy sencillo, y luego hay que ponerse en los zapatos de cada uno. Aun así, voy a intentar ilustrar lo que estoy diciendo con un ejemplo que a mí me ha pasado:
Imagínate esta situación: estás en un trabajo donde no cobras lo que mereces; el ambiente es malo porque todo el mundo está descontento de cómo se comporta la empresa; no te llevas bien con el jefe porque mientras tú trabajas él viene de «reuniones y comidas de trabajo» que se alargan durante horas y no sabe ni la mitad que tú, pero tiene una habilidad que tú no tienes y es «saber llevarse bien con quien se tiene que llevar».
Objetivamente la situación no es agradable, pero quejarse no va a cambiar nada. Todo lo contrario, empezará a reconcomerte y cada vez será más difícil ir a trabajar cada día.
¿Has pedido un aumento de sueldo? ¿Te has hecho valer para que reconozcan tu trabajo? ¿Estás buscando otra cosa? ¿Qué estás haciendo para que eso no te afecte? ¿Has intentado cambiar algo la situación? ¿Te has propuesto dejar de mirar lo que hace el jefe y centrarte en lo tuyo? ¿Te has hecho una lista de gratitud para valorar las cosas buenas que sí tienes en ese trabajo? ¿Has intentado mejorar el ambiente con tus compañeros?
A lo mejor pides ese aumento de sueldo y te dicen que no, pero tú habrás buscado una solución. El inmovilismo no te habría llevado a ningún sitio. Puede que el jefe no te suba el sueldo, pero que se de cuenta de que te tiene que valorar más, y sentirse valorado en el trabajo puede cambiar lo que sientes en la oficina.
A lo mejor tus compañeros están pasando por el mismo estrés que tú y una frase positiva mejoraría la situación. Puede que no, pero no hacer nada no mejorará vuestra relación.
Es verdad que es de los casos más complicados que he podido poner como ejemplo porque ya sabemos cómo está el mundo laboral, pero quejarse no te va a sacar de esa situación y al final sales perdiendo tú. Sólo tenemos una vida y no merece la pena estar lamentándonos.
EL MINI-RETO DE HOY ES ESTE:
1. ¿Cuál es la solución a cada queja que me viene a los labios?No es el momento de encontrar la solución perfecta a cada una, sino acostumbrar a tu mente a que busque soluciones. Cuanto más lo hagas, más fácil resultará, y en unos días o semanas sí darás con la salida adecuada al problema.
2. Y piensa en algún paso inmediato para llegar a la solución. Tiene que ser AHORA. YA. Si lo que quieres es mejorar la situación con ese compañero de trabajo, no pienses “seré simpático cuando le vea”. Lo que tienes que hacer es escribirle un WhatsApp mostrándole comprensión y que puedes estar a su lado para ayudarle.
Es decir, más allá de si te parece que esté ejemplo es bueno o no, tienes que preguntarte ¿QUÉ PUEDO HACER AHORA MISMO? No vas a cambiar toda la situación en un minuto, pero habrás dado un paso para vivir una situación diferente. Un pequeño paso –me podrás decir–, sí. Pero…
Los grandes viajes empiezan con un pequeño paso.
Así que no desprecies ese pequeño paso porque es el más importante.
3. Date cuenta de que ese cambio que quieres ver en tu vida empieza por ti. Como dijo Gandhi: «Sé el cambio que deseas ver en el mundo».
Y para despedirme, quiero dejarte hoy con la siguiente reflexión:
Quejarte sobre lo injusto que te está tratando la vida, no va a hacer que te trate de forma más justa.
Quejarse sobre cómo algo no sucede como te gustaría no va a hacer que suceda.
Quejarse sobre lo difícil que es algo no lo va a hacer más fácil
Quejarse en voz alta para que alguien nos escuche puede ser una manera de liberar la frustración, pero rara vez produce el tipo de resultados que estás buscando encontrar.
Si lo que buscas es una solución a tus problemas hay formas mejores de comunicarlo que quejándote. Es tan sencillo como decir: Tengo un problema, y quiero arreglarlo.
Será más fácil que el que te escucha te ayude, porque no estarás quejándote, estarás buscando soluciones.
Ayer me pasó una cosa muy curiosa. Estaba trabajando contento de no haberme quejado en todo el día (ya sería el segundo día seguido), cuando el número de una compañía telefónica empezó a llamar una y otra vez. A la quinta llamada ya dije en voz alta: ¡Qué pesados son, de verdad, a ver ahora qué quieren, hasta que no lo coja no paran! (bueno, y alguna que otra cosa que no voy a añadir aquí).
Lo pronuncié de forma insconsciente y seguí trabajando, hasta que un compañero me dijo: ¡Eso es una queja en toda regla!
Me sorprendí mucho porque si no me lo llega a decir hubiera seguido pensando que no me había quejado en todo el día. Lo había hecho de forma involuntaria y prácticamente automática.
Agradecí haber compartido con él mi compromiso con el reto y pensé en lo importante que es implicar a los demás en nuestros sueños, metas y retos.
Unos de los secretos para conseguir cumplir un objetivo es comunicarlo. No sólo porque nos esforzaremos más en intentar cumplirlo, aunque sea por no quedar mal delante de los demás, sino porque, en general, las cosas cuando se comparten se hacen mucho mucho más llevaderas. La unión hace la fuerza 😉
Una alegría compartida se transforma en doble alegría; una pena compartida, en media pena.
El MINI-RETO de hoy es el siguiente:
Comparte el reto. Cuenta a tu familia y a tus amigos que has decidido pasar un mes sin quejarte. Háblales del reto y anímales a hacerlo. Seguro que ya estás viendo sus efectos positivos. Además, te podrán ayudar a que conseguirlo sea más fácil, intentando criticar menos o simplemente avisándote cuando emitas una queja y no te des cuenta (como me pasó a mi ayer).
Comparte tus objetivos. No te quedes para ti tus metas y sueños. Ayer decíamos que, a veces, detrás de una queja hay una situación que quieres cambiar. Si quieres hacer algo comprométete con ello de verdad y anúncialo:
– A partir de mañana me pongo a dieta y voy a empezar a hacer ejercicio. En tres meses voy a pesar 9 kilos menos.
– Voy a escribir todos los días y antes de verano voy a publicar el libro que durante tanto tiempo está rondando por mi cabeza.
– Voy a dejar de fumar ahora mismo. Nunca más me váis a ver con un cigarrillo en la boca.
Es difícil lo sé, pero te reto a que quemes las naves.
¿Sabes de dónde viene la expresión «Quemar las naves»?
En el año 335 a.d.c Alejandro Magno llegó a las costas de Fenicia. Al desembarcar vio que sus hombres estaban aterrorizados y desmotivados. Tenían que luchar contra un ejercito ¡Tres veces más grande! y no sólo eso, estaban en territorio desconocido y sus oponentes conocían a la perfección el terreno. No creían que pudieran ganar.
Alejandro Magno tomó una decisión que podríamos considerar como una auténtica locura: ordenó quemar todas las naves, y mientras ardían y se hundían en el mar reunió a sus hombres y les dijo:
«Observen como se queman los barcos. Esa es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver jamás a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con sus familias nuevamente ni podremos abandonar esta tierra que hoy despreciamos. Debemos salir victoriosos en esta batalla ya que solo hay un camino de vuelta y es por mar. Caballeros: cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos».
Fue una de las grandes batallas de la historia, que por supuesto ganó Alejandro Magno.
Hoy te pido que «quemes las naves». Empezando con el reto, pero siguiendo con todo lo demás. Es hora de hacer que las cosas sucedan. La oportunidad no va a llamar a tu puerta y siempre te va a parecer que habrá un momento mejor para empezar a hacer algo, pero no es así. ¿Sabes cuál es el mejor momento para iniciar algo nuevo? Fue ayer. El segundo mejor momento es hoy.
Lánzate y ve a por lo que quieres desde ya. Contarlo a los demás te va a ayudar mucho a comprometerte y a seguir adelante.
Hoy es el séptimo día del reto ¿qué te parece que hagamos balance? Muchas veces no vemos lo que hemos avanzado hasta que miramos atrás. Si puedes, te animo a que tomes lápiz y papel y reflexiones sobre lo que hoy te voy a proponer contestando de la manera más sincera posible.
Esta semana hemos aprendido muchísimas cosas sobre la queja y hemos empezado a vivir los mini-retos en nuestro día a día:
– Ya sabes distinguir qué es una queja y qué no lo es. Lo fundamental es que hemos definido que una queja es cuando nos lamentamos de algo sin ponerle solución. Como truco nos hemos cambiado el reloj de mano o cambiado los sonidos del móvil para acordarnos. Si ya te has acostumbrado a ellos, vuelve a cambiarlos 😉
¿Te has quejado mucho esta semana? ¿qué cambios has notado? ¿qué es lo que te ha resultado más difícil?
– Durante los últimos 7 días has profundizado sobre ti, y los motivos por los que te quejas. Ahora te conoces un poco más y seguramente hayas descubierto algo de ti que desconocías.
¿Cuál es tu queja más habitual? ¿Has eliminado de tu conversación las quejas? ¿con qué frecuencia te quejas? ¿Has sabido cambiar el enfoque cuando algo no te gustaba? Pon ejemplos concretos.
– Has descubierto el método infalible para luchar contra la queja: la gratitud. Esta semana estamos redescubriendo nuestra vida y enamorándonos de nuevo de todo lo bonito que tiene. ¿Qué has apuntado en tu cuaderno de gratitud? ¿has empezado el día agradeciendo algo? ¿te has acostado recordando los momentos positivos del día y dando las gracias por ellos? ¿qué cosas bellas has descubierto?
– Estos días no hemos permitido que nos contágien los ambientes tóxicos, y ahora sabemos cómo eludir a personas que se quejan continuamente. ¿Has sabido parar conversaciones donde solo había queja o crítica?
– Estos días hemos aprendido que para luchar contra la queja hay que poner soluciones hoy y ahora. Es más fácil quejarse que encontrar una solución. Esta semana has empezado a ser «el cambio que quieres ver en el mundo», porque todo empieza por ti. Ahora sabes los motivos por los que te quejas y estás trabajando en encontrar soluciones.
– También te has dado cuenta que la mente es poderosa y que puedes transformar las cosas negativas en positivas con un cambio de enfoque. Todo se basa en una sencilla decisión: empeñarse en ver lo malo de todo o empeñarse en ver lo bueno. ¿Cómo te has sentido cuando has conseguido transformar la queja? ¿cómo ha sido tu semana? ¿te has sentido mejor?
– Te has comprometido de verdad con el reto y con las metas que te has propuesto. Has «quemado las naves» y has compartido con los demás tus objetivos señalando dónde vas a estar y lo que vas a conseguir. ¿Lo has llevado a cabo?
Parece un balance muy positivo ¿verdad? Lo mejor es que has ido haciéndolo poco a poco. Los grandes cambios requieren pasos pequeños pero constantes. Día a día has ido avanzando en cosas concretas, y por eso ahora echas la vista atrás y puedes sentirte orgulloso. La regla «un mini objetivo» por día funciona y puedes aplicarlo a otros ámbitos de tu vida.
El Mini-Reto de hoy consiste en hacer balance y marcarnos nuestro propio objetivo para hoy.
Puedes trabajar en la parte del reto que más te haya costado, ampliar la lista de gratitud, dedicarte el día a pensar sobre lo que te gustaría conseguir en la vida y los cambios que deberías hacer para conseguirlo… lo que quieras. Hoy es un día para ti.
Para terminar me gustaría contarte un cuento que define muy bien cómo la actitud de una persona cambia todo cuando se enfrenta ante las dificultades:
Un hijo que quejaba con su padre de lo difícil que era la vida y lo mucho que costaba conseguir cualquier cosa. Decía que se iba a dar por vencido y dejar de luchar porque parecía que todo estaba en su contra. Conseguir avanzar en algo costaba muchísimo esfuerzo.
El padre, que era cocinero, le llevó a su restaurante y sin mediar palabra puso en el fuego tres ollas con agua.
En la primera puso zanahorias, en la segunda huevos, y en la última granos de café. Tras media hora apagó el fuego y sacó las zanahorias, los huevos y el café y los puso en tres cuencos diferentes.
– Hijo, ¿qué es lo que ves? – le preguntó el padre.
– Pues zanahorias, huevos y café – respondió el hijo con gesto de desdén.
– Ven, acércate y toca cada uno de ellos.
El hijo se acercó y tocó las zanahorias. Notó que estaban blandas. Luego cogió un huevo y, después de quitarle la cáscara, observó que el huevo estaba duro. Por último, probó el café, y notó su sabor y su gran aroma.
– ¿Qué significa esto papá? ¿qué me quieres decir?
El padre le contestó:
– Los tres elementos se han enfrentado a la misma adversidad, el agua hirviendo, pero no todos han reaccionado igual:
La zanahoria, que antes era fuerte y dura, después de pasar por el agua se ha vuelto débil y fácil de deshacer.
El huevo, que parecía frágil con su fina cáscara, ha endurecido su interior y se ha hecho fuerte.
Y los granos de café han hecho algo áun más difícil: han transformado el agua.
¿Cuál eres tú? ¿Eres zanahoria, huevo o café?
En los próximos 7 días del reto #UnMesEnteroSinQuejarte vamos a profundizar sobre los temas más habituales de los que nos quejamos: el trabajo, el tiempo, las personas, etc.
Aunque nos creemos muy diferentes al resto, en realidad casi todos nos quejamos de lo mismo y lo peor es que nos quejamos por costumbre.
Hemos adquirido el hábito de quejarnos por todo, e incluso en muchas ocasiones lo hacemos sin darnos cuenta. Hemos hecho de la queja un habito. La hemos normalizado y metido en nuestra vida cotidiana como algo más sin darnos cuenta del daño que nos hace.
Tanto es así, que la queja es un medio de socialización y un recurso frecuente para hablar con los demás.
Mira estos ejemplos:
Dos amigos se encuentran después de tiempo:
– ¿Cómo estás?
– Aquí, tirando… podría estar mejor… tal y como están las cosas no me puedo quejar. ¿Y tú? (con gesto de resignación).
– Pues tirando también, mi hijo está en paro, pero bueno, son cosas de la vida. Con el país que tenemos tampoco se puede pedir más. Habrá que esperar y ver si sale algo.
O cuando vas a la ofina después del fin de semana y te encuentras con alguien:
– ¡Hola, ¿qué tal, cómo estás?!
– Aquí de lunes, yendo a trabajar, qué le vamos a hacer, es lo que toca, no tenemos otra.
– Venga, ánimo con el día, ya verás como llega pronto el fin de semana (dando toquecitos en el hombro con cara de pésame).
O coges un taxi o un ascensor y nada más entrar dices:
– Uffff (resoplando) buenos días… que mal día hace ¿verdad?, ¡qué frio..!
– Pues sí, hace un día horroroso, a ver si llega ya el buen tiempo.
¿Te suena haber tenido o escuchado conversaciones de este tipo? A mí me ha pasado.
Hemos convertido las conversaciones negativas y las quejas en algo bien visto, e incluso como señal de buena educación. La queja, junto con el tabaco, es la forma más habitual de romper el hielo e iniciar una conversación con un desconocido.
Me atrevo a decir que quejarse está más valorado que ser positivo. ¿Te parece exagerado? Pues cambia estás conversaciones y lo verás…
Imagina que con el amigo que te encuentras el lunes le dijeras: ¡Aquí, de lunes, deseando empezar una nueva semana con muchas ganas después de pasar un fin de semana estupendo! o que al entrar al taxi saludaras diciendo: ¡Que día tan bonito!, ¿verdad?.
Pensarían que estamos locos, o al menos causaríamos una gran sorpresa en el que nos escucha.
¿No te parece esto un gran error? Estamos haciendo de la queja un modo de vida y de expresión, y eso hay que cambiarlo. Parece que nos tenemos que quejar por obligación y la queja se ha convertido en una frase hecha más, como decíamos antes, hemos hecho que la queja sea un medio de relacionarnos con los demás.
¿Qué te parece que el Mini-Reto vaya por ese camino?
Durante el día de hoy fíjate en aquellas expresiones negativas que se utilizan ya como frases hechas e intenta evitarlas en tus conversaciones. El objetivo de hoy es sorprender a alguien iniciando una conversación positiva.
El lenguaje es muy importante e influye en cómo vemos la realidad. Cuando decimos que «vamos tirando» o que «hace un día horrible» estamos eligiendo un enfoque negativo y definiendo nuestra personalidad.
¿Qué imagen quieres proyectar?
Esta semana iremos hablando de esas quejas que se han ido haciendo frases hechas y son muy recurrentes en nuestra vida cotidiana, por lo que si tienes alguna sugerencia o quieres contarnos las frases-queja que hayas escuchado hoy puedes dejarnos un comentario en la página, o escribirnos un email.
¡Ya estamos en el Día 9 del Reto #UnMesEnteroSinQuejarte! Espero que el día de ayer te sirviera para darte cuenta de la cantidad de veces que nos quejamos de algo con la intención de entablar una conversación.
Como esta semana la vamos a dedicar a los temas más habituales de las quejas, hoy vamos a hablar de la comida. A todos nos gustan más unas comidas y otras menos. Pero,
¿por qué quejarnos de las que no nos gustan? ¿Acaso es tan horrible comer algo que no te gusta? ¿Verdad que sería peor no tener nada que llevarte a la boca?
El único motivo por el que nos quejamos de la comida es que damos por descontado que vamos a tenerla. Por ello, el valor para nosotros es que sea la que nosotros queramos, la que nos parezca más rica, no que sea comida. Ni siquiera nos importa qué necesite nuestro cuerpo.
Detrás de ello hay una falta de gratitud por lo que tenemos. Hace unos días hablamos de la gratitud como herramienta para dejar de quejarnos, hoy vamos a emplearla para olvidar las quejas relacionadas con la comida, que a su vez nos permitirá ver las cosas de otra manera, estar más alegres y tener más motivos para no quejarnos de otras cosas.
Otras veces nos quejamos por tener que cocinar. Es cierto que es un esfuerzo, dependiendo de la comida que hagamos, pero merece la pena. Acepta que en la Naturaleza no brota la comida preparada para que a ti te guste, con el punto justo de sal.
¿Cómo evitar las quejas sobre la comida?
– Da gracias por por esa comida que vas a comer hoy, aunque no te guste. Piensa en que tiene nutrientes que te permitirán estar bien hoy. Enfócate en lo bueno.
– No solo apliques la gratitud para evitar la queja cuando no te guste la comida. Da gracias por lo que sí te gusta. Si tienes la ocasión, hazle saber al cocinero que te ha gustado su comida.
– ¿No te gusta cocinar?, ¿te da pereza? Piensa en todas las generaciones que han ido aprendiendo pequeños trucos para cocinar, y que tú tienes la suerte de recibir sus enseñanzas. Si no fuera por todas las personas que nos precedieron, ¿cómo ibas a saber que para hacer arroz hay que poner el doble de agua que de arroz? Alguien tuvo que probar otras medidas y comer arroz duro, o pasado. Apenas tenían lo suficiente para comer, como para tirar ese arroz que no había quedado bien. Esas personas habrían estado encantadas de saber lo que tú puedes ver en casa, en un libro de cocina o en Internet.
Vamos a intentar ser agradecidos por la comida más allá del argumento de que no todo el mundo tiene comida. Es cierto que hay personas que pasan hambre, pero incluso si todos en el planeta tuviésemos suficiente, no habría que menospreciar lo que no nos gusta.
¡Ánimo en este día 9 del Reto #UnMesEnteroSinQuejarte, sobre todo si comes judías verdes J!
Buenos días!
¿Cómo va la semana? ¿Cuánto llevas sin quejarte? ¿Lo estás consiguiendo?
Hoy quiero hablarte de una de las quejas más frecuentes: el trabajo.
¡Cuánto nos quejamos en el trabajo! Ya sea el trabajo fuera de casa como aquellas tareas que tenemos que hacer en nuestro hogar, o cualquier otra actividad que requiera un esfuerzo.
Antes de nada me gustaría recordarte que la regla de oro para que algo sea una queja es que no aportes ninguna solución. No quejarse no quiere decir resignarse a vivir lo que te ha tocado sin rechistar. No quiero ser una persona así, quiero ser una persona que decide su camino y cambia lo que no le gusta, o por lo menos, lo intenta.
Cada vez más vivimos en la cultura del «haz lo mínimo posible».
Te suenan frases como:
– «Adelgaza cinco kilos en una semana sin esfuerzo»
– «Aprende japonés en tres meses sin esfuerzo y habla como un nipón»
– «Prepara una lasaña como lo haría tu madre en 5 minutos»
Pues te diré una cosa, cuando veo frases así me da mucha rabia porque nadie hace milagros y las cosas que merecen la pena suponen un esfuerzo. No creo que adelgaces cinco kilos en una semana sin fuerza de voluntad (y aún así me parece mucho), ni pienso que un idioma tan rico como el japonés se pueda aprender en tres meses sin esfuerzo, y por supuesto, dudo que la lasaña congelada sepa tan bien como la de tu madre, que se pasa hora y media en la cocina.
Piensa en tu vida: ¿de qué es de lo que te sientes más orgulloso?
Seguramente eso no habrá venido sin ningún esfuerzo, porque lo que merece la pena de verdad requiere que pongas mucho de tu parte.
Te hablo del esfuerzo porque una de las quejas más frecuentes en el trabajo se hace sin emitir una sola palabra: consiste en ir haciendo las cosas cada vez peor y trabajar con desidia.
Es cierto que el mundo laboral está cada vez más difícil: más horas, menos sueldo y más presión. Es algo que tenemos que cambiar, está claro. Pero aunque solo sea por egoísmo, si no haces lo que te gusta, procura que te acabe gustando lo que haces. Hazlo aunque sea por ti.
Hay muchas quejas relacionadas con el trabajo, pero la mayoría tienen que ver con tres cosas:
1. No te gusta lo que haces.
2. No te pagan lo que te mereces.
3. Hay mal ambiente en el trabajo
He tenido, y tengo actualmente, la suerte de trabajar en cosas que me gustan la mayoría del tiempo, pero también he tenido que trabajar en otras que no me gustan. ¡Y no hay color! No tiene nada que ver.
Si no te gusta tu trabajo es el motivo principal para intentar buscar otro. No te digo que dejes tu trabajo sin tener nada más, eso sería una locura y todos tenemos facturas que pagar, pero sí te animo a que prepares el currículum y empieces a tantear el terreno. Quizá exista alguna posibilidad. A veces nos damos por vencidos incluso antes de intentarlo.
Me gustaría también que analizaras qué es lo que no te gusta del trabajo. Seguramente de las 100 cosas que hagas unas te gustarán más que otras, pero no creo que no te guste nada de nada de lo que haces. Céntrate en esas cosas que si te gustan, intenta negociar con algún compañero para repartiros el trabajo de otra forma y poder hacer más lo que te gusta, encuentra pequeñas soluciones para que las tareas más tediosas sean más amenas…
¿Tienes algún sueño? ¿Te gustaría montar algo? ¿Tienes una idea en la cabeza que te gustaría llevar a la práctica? Empieza a hacerlo hoy. No hace falta que montes tu imperio ya mismo, pero investiga si tu idea sería viable, cuánto te costaría, empieza a contactar con gente, lee mucho sobre el tema, infórmate de la legislación… Dedicar parte de tu tiempo en ello te va a llevar a estar mucho más contento e ilusionado.
En definitiva, la mitad de nuestra vida la pasamos en el trabajo, si no somos felices en el trabajo es muy difícil que nuestra vida pueda ser feliz. Se trata de poner soluciones, o al menos intentarlo.
Otro asunto importante es el sueldo. A mi me ha pasado y no sé qué es peor: cobrar poco, que no te valoren, que otros haciendo menos cobren más que tú (mucho más), que te añadan cada vez más responsabilidades sin subirte el sueldo…
El error que cometí es pensar que si hacia cada vez mejor mi trabajo acabarían por valorarlo y me subirían el sueldo. Sería lo más lógico ¿no? Pues no fue así, y creo que, lamentablemente, quedan pocas empresas que funcionen de esa forma. Me quejaba, pero me pasé dos años sin pedirlo. (Ahora lo veo escrito y suena ridículo).
Si te quejas por tu sueldo pide un aumento. El «no» ya lo tienes, pero hazlo bien. Preparate perfectamente esa reunión. Apunta todas aquellas cosas que deben valorar, da motivos por los que te mereces más y pon tú la cifra que quieres cobrar. Prepárate un dialógo para rebatir todas las objeciones que te pongan y visualiza la conversación en tu mente antes de tenerla.
Pueden pasar dos cosas:
1. Que te suban el sueldo. ¡BIENNNN!
2. Que no te lo suban, pero que te valoren más y tengan la percepción de que te están pagando menos de lo que deberían. Ahora están en deuda contigo y te has hecho valer.
Por último, otra de las quejas más frecuentes en el trabajo tiene que ver con el ambiente laboral.
Aquí si que tienes mucho margen de maniobra. Las quejas constantes en el lugar de trabajo son tóxicas. Minan el buen ambiente, la motivación, la creatividad y te dejan sin fuerzas.
Deja de quejarte en primer lugar por ti. Se obtiene lo que se enfoca. Centrarte en lo bueno hará que disfrutes más de tu trabajo.
En segundo lugar por los demás: ¿Quieres ser esa persona que se queja todo el rato? Es más fácil trabajar con alguien positivo y optimista.
Hoy el Mini-Reto es el siguiente:
No te quejes en el trabajo. Analiza cuáles son las causas más frecuentes por las que te quejas e intenta buscar una solución. ¿Qué podrías hacer para que tu trabajo fuera más placentero?
Bueno, hoy el email ha sido un poquito más largo, pero es que de esto podríamos hablar horas ¿verdad?
¡Qué pases un buen día! ¡También en el trabajo! 😉
Y ya sabes, si quieres contarnos tu experiencia con el reto puedes mandarnos un email o comentar aquí abajo.
Hay una historia de la que siempre me acuerdo cuando escucho a alguien quejarse de los demás, y quiero contártela:
Había una vez un niño y un anciano que iban con su asno de pueblo en pueblo vendiendo cestas.
Como el asno era ya mayor entraron en un pueblo nuevo caminando los dos junto al animal. Unas mujeres que estaban comprando en el mercado los vieron y dijeron: «hay que ser tontos, tienen un asno y van los dos andando».
Al oírlo, el anciano decidió subirse al asno y proseguir su camino. Al poco unos hombres que salían de una taberna los vieron y dijeron: ¡Qué abuelo tan egoísta. Va subido en el asno mientras el pobre niño tiene que ir andando!
El anciano y el niño se miraron perplejos y decidieron cambiar los papeles. El niño iría subido en el asno y el anciano caminaría a su lado.
Llegaron a una plaza con mucha gente y unos muchachos gritaron al niño escandalizados: ¡Tú que eres joven y tienes fuerza vas montado sobre el asno y el pobre anciano tiene que ir andando! ¡Es intolerable!
Ya no sabían que hacer, así que decidieron subirse los dos al asno. Cuando las gente les vió murmuraban: ¡Vaya par de sin vergüenzas, van los dos subidos al pobre animal, que ya no puede más!
¿Te has dado cuenta? Quien quiere crititicar no necesita una verdadera razón, sino que verá lo negativo de cualquier situación para poder quejarse de los demás. En la mayoría de las ocasiones nos comportamos así.
Quejarse de las personas que nos rodean, incluso de gente que no conoces, es una de las quejas más frecuentes, y seguramente sea la más fea.
Fíjate en estas frases:
-«Odio cuando te pones así»
– «No me gusta que manches el espejo al lavarte los dientes»
– «Siempre estás con lo mismo»
– «El jersey ese que llevas no te queda bien»
– «Qué pesado eres»
– «Siempre haces esto que sabes que me molesta mucho».
– «Te he dicho mil veces que… a ver cuándo te enteras»
Suelen ser bastante habituales, ¿verdad?. Una vez más podemos comprobar que nos cuesta mucho menos decir las cosas malas que las buenas.
¿Cuánto hace que no dices frases como estas?:
– Me encanta cómo te queda este vestido
– Gracias por ser xxxxxx
– Me gusta mucho de ti que te levantas siempre de buen humor.
– No hay nadie que haga X tan bien como tú.
– Siempre intentas que los demás se sientan bien. Eres genial.
– Valoro mucho el esfuerzo que estás haciendo por hacer tu trabajo bien.
– Me ayudas mucho en X
Es curioso porque nos cuesta más decir cosas positivas a la gente de nuestro entorno que a gente que no nos importa tanto. Muchas veces vas por la calle y escuchas conversaciones como: ¡Qué bien te veo!, ¡Tranquilo, que lo vas a hacer fenomenal!, ¡Qué bien te queda el peinado nuevo! ¿Por qué no lo hacemos al reves? ¿Por qué no reconocemos más las cosas buenas de los más allegados?
Además, criticar a los demás es negativo para ti:
- Normalmente la crítica es un reflejo de inseguridad.
- No habla bien de ti. Es más fácil criticar que aportar ideas o soluciones. Si hablas mal de los demás estás demostrando que no puedes aportar nada mejor que aquella persona a la que estás criticando.
- Criticar es una fuente de estrés. Cuando vivimos obsesionados con lo negativo que es todo empezamos a ver la vida con unas gafas muy oscuras que nos impiden apreciar lo bueno.
- Quejarse es la mejor forma de arruinar una relación. A mi no me gustaría nada convivir con una persona que me dice todo el tiempo lo que hago mal.
- Te conviertes en un vampiro emocional, y nadie va a querer acercarse a ti porque desgastas emocionalmente a los demás. ¿Has pasado tiempo con una persona criticona? ¿Verdad que cuando te vas te sientes agotado?
- Una persona criticona genera desconfianza. A mi me ha pasado escuchar a una persona y pensar: «Si habla así de su mujer, de sus amigos y de todo el mundo, también lo hará de mí.»
– Cuando te salga comentar algo negativo de alguien, recuerda lo positivo que tiene.
– Truco: imagina que esa persona te oye ¿cómo se sentiría?
– Pensamiento opuesto: mira si aquello que vas a criticar lo haces tú.
– En vez de criticar, trata de enterderlos.
– No seas tan exigente con los demás. Nadie es perfecto y nunca van a poder responder 100% como tu deseas. Nadie es perfecto, y te contaré un secreto: tú tampoco. Mírate a ti mismo y sé un poco más indulgente con los errores de los demás, porque quizá eso que estás criticando lo hayas hecho en alguna ocasión en tu vida, o puede que incluso algo peor.Una vez más quiero repetir que no se trata de llevar las cosas al extremo. Cuando algo no te gusta hay que decirlo y poner solución. No se trata de callarnos y resignarnos. Uno de los objetivos de este reto me gustaría que fuera saber apreciar la sútil línea que separa ser una persona con criterio y una persona criticona, una persona quejica o una persona reivindicativa y que quiere cambiar lo que no funciona, o la diferencia entre ser una persona que pone el foco en lo negativo o ser una persona que viendo los defectos que puede tener algo intenta mejorarlo.El Mini-Reto de hoy es el siguiente:Piensa en las 10 personas con las que más te relacionas en tu día a día y anota las cualidades que más valoras en ellas. Si tienes la ocasión te animo a que se lo digas. Y una cosa más: aprende a dar las gracias por las cosas de las que te has acostumbrado y ya das por hecho. Por ejemplo:– Gracias por preparar la cena, tu vienes también vienes muy cansado después de trabajar y siempre te ocupas. La ensalada de hoy está buenísima.
– Gracias por hacer los deberes con los niños, gracias a ti sacan esas buenas notas, porque yo soy un desastre en matemáticas.Es tan sencillo hacer la vida fácil a los demás ¿verdad? Pero sobre todo sé generoso con los más cercanos.
Hoy es el día 12 del reto. ¡Estamos casi a mitad de mes y por lo tanto a mitad de reto! ¿Cómo lo llevas?
Hay quiero hablarte de algo que siempre me ha impactado muchísimo:
¿Sabes que el 80% de los ganadores de la lotería pierden todo su dinero antes de los 8 años? (Ver noticia).
Otro dato que me ha impresionado: el 60% de los jugadores de la NBA (que cobran millones de dólares por temporada) han quebrado al pasar 5 años de su retirada. (Ver noticia).
Pero… ¿Cómo puede ser? ¡Estamos hablando de millones de euros!
Te preguntarás: ¿Y qué tiene que ver eso con el reto de no quejarnos?
Hoy quiero hablarte de otra de las quejas más frecuentes de nuestra sociedad: quejarse de lo que no tenemos.
Porque siempre queremos más, da igual lo que tengamos. No hay nada que podamos comprar que nos satisfaga por completo, siempre necesitamos más. Ojalá fuéramos así con los buenos hábitos o las virtudes.
Venimos con un fallo de fábrica que debemos luchar por solucionar. Nos centramos en lo que no tenemos en vez de agradecer todo lo que tenemos.
Eso les pasa a los ganadores de la lotería. Creen que tener todo ese dinero les va a hacer felices. Al principio pagan su hipoteca y se dan «un caprichito», pero cuando se acostumbran ya todo les parece poco. Siguen sintiendo un vacío interior que no saben cómo llenar. Podrías pensar que se lo gastan en viajar, en ayudar a organizaciones o en resolver los problemas económicos de su familia, pero no. Los que se han arruinado es porque se han gastado el dinero en cosas como:
– Comprarse cuatro casas.
– Comprar coches de más de 100.000 euros y gastarse otros 100.000 euros más en poner diamantes en los focos.
– La instalación de un casino en casa.
– La instalación de una discoteca en casa.
– Llenar una bañera de Moet Chandon.
Es increíble ¿verdad? ¿Realmente necesitan todo eso? Sin embargo, he de decirte que es algo que en mayor o menor medida nos pasa a todos. En los ganadores de la lotería se ve de forma muy clara, pero a menor escala y en función de nuestro poder adquisitivo eso nos pasa a todos.
En seguida nos acostumbrados a todo y lo damos por hecho. Cuando conseguimos algo material nos sacia por un tiempo, pero el hambre por tener más nos llega pronto.
Cuando estás en el colegio crees que serás feliz cuando estudies una carrera que de verdad te guste. Cuando estás en la universidad deseas tener un trabajo para tener tu independencia económica: ahí vas a poder ser feliz porque vas a poder hacer todos los planes que quieras. Cuando encuentras ese trabajo anhelas tener un salario mejor para poder independizarte. Piensas que cuando tengas tu propia casa podrás ser feliz. Luego deseas una casa mayor y un coche, luego desearías tener unas mejores vacaciones… Te pasas la vida esperando a tener más para ser feliz, y quejándote de lo que no tienes.
Aunque no siempre lo decimos completo el reto en el que estamos luchando se llama #UnMesEnteroSinQuejarte para cambiar tu vida, y te diré que una de esas cosas cambia-vidas es sin duda alguna dejar de quejarte por lo que no tienes.
En realidad, las necesidades básicas o fisiológicas son muy pocas: comer, dormir, vestirnos, respirar…Todo lo demás no lo necesitamos para vivir, pero hemos creado una falsa creencia sobre lo que es la necesidad. Confundir lo que queremos con lo que necesitamos genera la sensación de que vivimos con escasez y eso nos hace cada vez más pobres, y cada vez más sedientos de cosas materiales.
Una vez más es una cuestión de elección. Hay que decidir entre vivir agradeciendo lo que tenemos o vivir amargados pensando en lo que no tenemos. No hay más.
Hay que tener metas, y luchar por conseguirlas, pero hay que disfrutar del camino.
Ten sed de ser mejor, de hacer mejor tu trabajo, de desarrollar mejor tus habilidades, de valorar lo que tienes… y lo demás vendrá sólo. Será una grata recompensa.
El Mini-Reto de hoy es el siguiente:
Redescubre aquellas cosas que te hacían tanta ilusión y que ahora tienes pero valoras poco.
¿Soñabas con tener el carnet de conducir y un coche? Disfruta del camino de vuelta a casa.
¿Deseabas con todo tu ser tener una casa con chimenea que ahora no usas? Cuando llegues hoy después del trabajo enciende el fuego y disfruta del baile de las llamas.
Mira hacia atrás y piensa en todo lo que has conseguido fruto de tu esfuerzo y dedicación. ¿Estás orgulloso? Seguramente te des cuenta que al mirar al pasado mirarás con más cariño todo lo que hiciste por conseguirlo que lo que obtuviste finalmente. Lo que tienes no te define, lo que hiciste para tenerlo sí.
¡Que pases un feliz día!
¿Te has fijado alguna vez que las personas con el pelo rizado lo quieren tener liso y las personas con el pelo liso les gustaría tenerlo más rizado?
Todos nos quejamos con cosas como estas:
– «No me gusta mi nariz, es demasiado grande»
– «Odio mis piernas, tengo los gemelos muy gordos»
– «Tengo un montón de arrugas»
– «Quiero ser más alto»
– «Quiero tener orejas más pequeñas»
– «Tengo tripa. ¿Por qué no tendré el vientre plano como X?»
Quejarse del cuerpo es una extensión de lo que decíamos ayer: estamos eternamente insatisfechos con lo que tenemos y siempre queremos más, en vez de valorar la suerte que tenemos. El bajo querría ser un poco más alto, el alto no encuentra zapatos tan grandes y le gustaría tener un pie más pequeño, el gordo anhela ser delgado, y el delgado tener una nariz perfecta… Siempre podemos encontrar un motivo por el que quejarnos.
Cada día nos enfrentamos a un montón de mensajes negativos sobre nuestros cuerpos. Parece que todos tenemos que ser idénticos a un estándar que nos han impuesto, incluso en perjuicio de nuestra propia salud.
Parece que tener un cuerpo según los canónes de belleza de otros es más importante que tener un cuerpo saludable o ser feliz. Siempre me ha hecho gracia que entre los propósitos de año nuevo los deseos más típicos suelen ser adelgazar o acudir al gimnasio. Sin embargo pocas veces se dice: quiero ser mejor persona o este año quiero aprender a disfrutar del día a día para ser más feliz. ¿Nos estamos olvidando de lo importante?
Nuestro cuerpo nos permite disfrutar de muchas cosas: nos permite contemplar el espectáculo y la belleza de la vida, escuchar música maravillosa, oler fragancias, paladear, distintos sabores, acariciar…
Por eso hay que cuidar y querer nuestro cuerpo, por agradecerle todo lo que nos da.
Si quieres adelgazar, por ejemplo, está genial que lo hagas. Es cuestión de proponértelo. En vez de quejarte de que no te gusta tu cuerpo ponle solución y empieza a hacer ejercicio y comer de forma saludable. Pero hazlo porque quieres cuidarte y estar mejor, no porque te sientas mal contigo mismo. Ya conoces la frase: «Mens sana in corpore sano»
El ejercicio te ayudará a sentirte mejor y estarás en armonía y conexión con tu cuerpo. Notarás que tienes más energía y vitalidad, e incluso mucho mejor humor. Te invito a que leas este artículo de nuestro blog en el que te hablo de cómo establecer una buena relación con la comida y cómo puedes adelgazar haciendo yoga.
También me gustaría que vieras este video de Dove, que me parece genial. Tenemos que aprender a querernos como somos y ver toda la belleza que llevamos dentro:
¿Por qué puerta pasarías tú? 🙂
No te quejes de tu cuerpo, eres perfecto tal y como eres.
El Mini-Reto de hoy:
Observa tu cuerpo. ¿Qué es lo que más te gusta de ti? ¿Qué es aquello que tienes que es único, por lo que se te reconoce al instante? A lo mejor es tu voz, o tu pelo, o la forma de tus manos… Hoy, échate piropos.
Haz 3 minutos de meditación. Túmbate en la cama boca arriba y con los ojos cerrados. Empieza a recorrer tu cuerpo mentalmente, de pies a cabeza, siendo consciente de cada parte de ti y dando gracias por todo lo que tu cuerpo te permite hacer y disfrutar. Por ejemplo: «Gracias por mis ojos, con los que puedo ver crecer a mis hijos y contemplar cosas tan bonitas»…
Cuando termines tendrás una gran sensación de bienestar.
Bueno, lo dejamos aquí por hoy.
A lo mejor te parece demasiado comercial o crees que hay que hacer especial cada día, y no uno al año en el que supuestamente hay que comprar algo, pero es un buen día para reflexionar sobre nuestra relación de pareja. Y nosotros vamos a hacerlo desde la perspectiva de las quejas, y cómo eliminándolas podemos cambiar nuestra vida en pareja.Si ahora no tienes pareja, no pasa nada. Puedes aprender igualmente y que te sirva para el futuro.
Piensa en lo que hemos hablado otros días, especialmente en el día 4, sobre las personas que se quejan: no nos sentimos cómodos con ellas y, poco a poco, nos alejamos de ellas o acabamos por contagiarnos. ¿Eso mismo cómo afecta a tu relación?
Las quejas generan tensión, que se manifiesta en discusiones, en las que finalmente se tocan temas que no tienen relación con el tema de la queja. Y encima, esos otros temas se abordan desde el enfado generado por la discusión.
¿Cómo evitar las quejas en el seno de una relación?
La clave es la gratitud y la comunicación. La gratitud (que nos ha servido para superar las quejas en días anteriores y, espero, para siempre) es la forma de llenar la convivencia de cosas buenas, dejando menos espacio para las malas; la comunicación hace que os comprendáis mejor, y que sepáis lo que al otro no le gusta.
Para empezar, si día a día construyes tu relación sobre la base de la gratitud, habrá menos quejas. Además, si un día fallas con tus quejas (o falla la otra persona), no parecerá tan grave porque seguirá pesando más lo bueno.
Hay una cosa peor que la queja: el resentimiento; y la solución para ambas es la comunicación. El resentimiento es una queja continua expresada interiormente, cuya solución es la comunicación. Si no te comunicas con tu pareja, no es posible evitar esas pequeñas cosas que os atacan en el día a día. Atrévete a decir las cosas que no te gustan, y hazlo siempre desde el cariño.
Además, nunca critiques a sus espaldas. A sus espaldas quiere decir que es un error decir aquello que te molesta a otras personas si no se lo dices a la única persona que podría cambiar las cosas: tu pareja.
El Mini-Reto de hoy es bastante fácil, o al menos debería serlo:
– Escribe una lista con las cosas que te enamoraron de esa persona y las que has aprendido de ella con el paso del tiempo.
Este ejercicio tan simple es poner en práctica la primera solución de la que hemos hablado. Recordarás todas esas cosas y sentirás gratitud por ellas, es decir, sentirás gratitud por tu pareja.
Y después, ¿cómo podemos poner en práctica la segunda solución?
– Vamos a trabajar la comunicación regalándole a esa persona tan especial esta Lista de Virtudes con los motivos por los que la amas.
Será una enorme sorpresa. Tan acostumbrados estamos a regalos materiales que un simple trozo de papel, pero de un valor sentimental tan grande, se convertirá en el mejor regalo posible.
Si en este momento no tienes pareja, no pasa nada. Escribe los motivos por los que una relación te parece bonita, lo que querrías vivir, inspirándote en otra pareja. Pueden ser tus padres, tus abuelos, unos amigos, los vecinos…
Espero que te atrevas a hacer esa lista y dársela a ella/él. Puede costar salir de la rutina, y puede que te parezca cursi, pero ya verás el efecto tan grande que tiene en vuestra vida.
A partir de hoy entramos en una nueva etapa del reto #UnMesEnteroSinQuejarte.
Hasta ahora hemos tratado de no quejarnos exteriormente, pero ha llegado la hora de dar un paso más y ponernos como objetivo intentar eliminar la queja de nuestra mente. No olvides que los pensamientos son la semilla de las acciones.
Como ya sabrás, la queja es una elección. Sucede cuando te encuentras ante una persona o una situación y decides concentrarte en lo malo.
Todos nacemos iguales. Los niños cuando son pequeños no tienen miedos ni inseguridades. No piensan que hay algo que no puedan hacer. Se lanzan a explorar el mundo sin temor. Por eso son capaces de aprender a andar, aunque se caigan mil veces, o a hablar, aunque sepan que no lo hacen del todo bien. ¿Te imaginas si lo tuviéramos que hacer de mayores?
Si al nacer no somos así, ¿Por qué al ir creciendo algunas personas se van haciendo negativas?
Nuestra mente, al igual que nuestro cuerpo, es el resultado de unos hábitos y un entrenamiento. Si eres positivo es porque has acostumbrado a tu mente a enfocarse en lo bueno, y si eres negativo, por el contrario, has entrenado a tu mente a elegir siempre el peor lado de las situaciones. Es así de sencillo. Por eso hay que cuidar tanto nuestros pensamientos, porque van a determinar nuestras acciones, nuestro comportamiento y en definitiva nuestra vida.
Lo bueno es que la mente puede reeducarse. Y lo mejor: puedes hacerlo en relativamente poco tiempo.
Para entrenar tu mente «sólo» necesitas dos cosas: fuerza de voluntad y constancia.
Fuerza de voluntad porque el primer secreto para evitar los pensamientos negativos es no permitirlos, cortarlos de raíz, y eso es algo que cuesta muchísimo. Y por otro lado requiere constancia: debes hacerlo durante un tiempo. Luego te saldrá solo.
Me gustaría preguntarte una cosa: ¿Cómo eres cuando hablas contigo mismo? ¿Te tratas bien?
A lo largo de nuestro día mantenemos un diálogo interior que construye la interpretación que tenemos de la realidad y de nosotros mismos.
Estos son los signos inequívocos de que debes cambiar su conversación interior:
1. Magnificas los aspectos negativos y minimizas los positivos. Por ejemplo: te ascienden y suben el sueldo y piensas más en todas las responsabilidades que vas a tener con el nuevo puesto que en los aspectos positivos.
2. Te sientes el culpable de todo. En cuanto sucede algo malo crees que es todo por tu culpa. «Si no hubiera querido café, no se habría puesto a prepararlo, no se le habría caído el agua caliente y no se habría quemado».
3. Tiendes al catastrofismo. «Por qué todo me pasa a mí?, «qué mala suerte tengo», «seguro que llego y no hay sitio para aparcar. Los demás encontrarán sitio en la puerta seguro, y yo no».
4. Todo es bueno o malo, no entiendes el término medio. Piensas que lo que no es 100% bueno es malo. «Me voy de vacaciones un mes, pero están anunciando lluvias, que mala suerte».
Si te has sentido identificado en algunos puntos no te preocupes. En mayor o menor medida todos tenemos pensamientos de ese tipo, pero hay que conseguir transformarlos. Detener el diálogo interior negativo va a traer muchos beneficios a tu vida, salud y a tu bienestar en general.
Existen diferentes estrategias para evitar los pensamientos negativos:
- Detectar la queja. Cuando se cruce por tu mente un pensamiento negativo no le des tregua. Debes eliminarlo inmediatamente y no dejarle estar ni un minuto. No te lo permitas.
- Ser valiente y no tener miedo a la vulnerabilidad. Muchas veces utilizamos los pensamientos negativos para «curarnos en salud» y estar protegidos si fracasamos. «Si espero lo peor, voy a estar preparado cuando suceda».
- Reformular el pensamiento. Cuando tengas un pensamiento negativo vuelve a crear la frase pero de forma positiva.
- Huye de la autocomplacencia. Si algo no te sale como esperas no te digas: «Lo sabía. Sabía que no podía salirme bien».
- No generalizar cuando pasa algo malo– ¿Por qué siempre me pasa todo a mí? o «todo en mi vida es un desastre» o «todo el mundo trabaja fatal».
Si aprendes a detectar, eliminar y transformar los pensamientos negativos, la «queja» no encontrará lugar en tu vocabulario.
El Mini-Reto de hoy es el siguiente:
Durante el día de hoy no permitas ni un segundo que un pensamiento negativo se abra camino en tu cabeza. No le des alas, córtalo de raíz, sin contemplaciones. Parece sencillo, pero el de hoy es uno de los Mini-Retos más complicados y a la vez más eficaces.
Por último me gustaría contarte que uno de los grandes beneficios del yoga y la meditación es que te ayudan a dominar tu mente.
Mucha gente tiene la idea equivocada de que meditar es luchar con todas tus fuerzas para mantener la mente en blanco y no pensar en nada, pero no es así. Eso es sólo un estereotipo. La meditación es un entrenamiento de la mente para aprender a transformar nuestros pensamientos y conocer nuestro interior. En nuestro libro «Y si el secreto de la felicidad estuviera en la mente» hablamos precisamente de esto.
¿Cómo fue ayer? ¿Lograste evitar los pensamientos negativos?
Me gustaría saber si alguna vez te ha ocurrido algo parecido a esto:
– Quieres comprarte un modelo de coche determinado y de repente ves ese modelo de coche por todos lados.
– Deseas tener un hijo y ves miles de embarazadas por la calle ¿Es un nuevo baby boom?
– Aprendes un término nuevo que nunca habías escuchado y desde ese momento lo escuchas tres veces al día. ¿Cómo es posible que no lo hubieras oído antes y ahora lo hagas todo el rato?
Esto no es una simple coincidencia, es ciencia.
Nuestro cerebro recibe miles de millones de estímulos al día y está obligado a seleccionar lo que le interesa y eliminar lo que no en décimas de segundo. Debe seleccionar esas señales que recibe mediante los sentidos para crear una interpretación de la realidad y aprehender o capturar aquello que puede ser más importante para nosotros y para nuestra supervivencia.
Cuando deseas tener un bebé, el cerebro se pone alerta y presta más atención a aquellos estímulos que tienen que ver con el embarazo. Por eso ves más embarazadas, y por eso cuando te gusta un modelo de coche determinado lo ves con más frecuencia que otros. El cerebro lo está seleccionando para ti, ignorando el resto porque sabe que es lo que te interesa.
Esto se ve muy claro cuando preguntamos a un grupo de personas que qué les ha parecido una película y qué es lo que destacarían. Cada uno dará su propia interpretación de lo que ha visto porque se habrán fijado en aquellos aspectos que son más importantes para ellos. Un maquillador seguramente se haya fijado en lo bien que estaban caracterizados los personajes y un escritor resaltará el guión. El cerebro se fija en lo que nos interesa.
¿Y qué tiene que ver esto con nuestro reto #UnMesEnteroSinQuejarte?
Tanto los pensamientos positivos como negativos provocan este mismo resultado. Cuando le decimos al cerebro: «céntrate en lo malo» o estamos continuamente pensando en cosas negativas, como por ejemplo las quejas, le estaremos diciendo que esté alerta para mostrarnos «todo lo malo» que suceda a nuestro alrededor para poder quejarnos. Por eso se dice que cuando piensas en algo negativo lo estás atrayendo.
Si decides por el contrario acostumbrar y entrenar a tu cerebro para que perciba lo bueno, también lo hará y se centrará solo en percibir las cosas positivas de tu entorno. Por eso, si deseas algo con fuerza y lo visualizas se dice que «lo estás atrayendo». Esto no quiere decir que por arte de magia se presente ese deseo ante ti sin hacer nada, sino que significa que tu cerebro estará especialmente alerta para detectar las posibles oportunidades que perciba en tu entorno y que tengan que ver con tu sueño.
Es muy importante aprender a transformar los pensamientos negativos en positivos porque es un sistema que se retroalimenta. Si piensas en cosas positivas, le estás diciendo a tu cerebro que eso es lo que te interesa y cada vez te será más fácil encontrar cosas positivas en tu entorno.
La mejor forma de combatir la queja es cambiando nuestra percepción del mundo. No es simplemente «callarse» o «aguantar» apretando los puños, sino que se consigue cambiando el enfoque con el que hacemos la fotografía de nuestra vida: siendo agradecidos por todo lo que tenemos, viviendo en el presente, eligiendo vivir en positivo y encontrando soluciones a aquello que no nos gusta.
Ayer hablábamos de cómo detectar los pensamientos negativos, y hoy me gustaría darte algunos consejos para aprender a crear pensamientos positivos. He aquí algunos trucos:
- Sonríe. Hazlo ante el espejo y mírate. La sonrisa es nuestra mejor carta de presentación ante los demás. Empezar el día riendo mejorará tu estado de ánimo durante todo el día. Puedes, por ejemplo, ponerte algún programa de radio con el que reírte a carcajadas cuando vas al trabajo.
- Música motivadora. La música cambia nuestro estado de ánimo, pero no sólo la escuches, canta a pleno pulmón (aunque lo hagas tan mal como yo jajaj 😉 En el blog hicimos un ranking con las canciones más motivadoras de todos los tiempos: Puedes verlas aquí: https://widemat.com/canciones-motivadoras-inspiracion
- Lee pensamientos positivos. En WideMat mandamos cada día a nuestros suscriptores de whatsapp «la frase del día». Eso nos ayuda a empezar la mañana con buenas vibraciones. Puedes ver todas nuestras frases de motivación aquí: https://widemat.com/frases-de-motivacion-yoga-frase-del-dia
- Gratitud. Como dijimos en el día 3 del reto, procura levantarte todos los días dando las gracias por todo lo bueno que tienes y acuéstate dando las gracias por todas las cosas positivas que te han sucedido a lo largo del día.
- Practica la afirmación positiva: «Hoy voy a ser feliz», «Voy a disfrutar de cada momento de mi vida y a hacer fácil la vida de los demás».
- Visualiza aquello que quieres en tu vida y procura pasar a la acción.
- Utiliza la crítica constructiva para mejorar las cosas.
- Rodéate de gente positiva.
- Deléitate con lo que te gusta.
- Meditar. Es uno de los grandes entrenamientos para nuestra mente.
- Intenta ver la belleza en todo.
El Mini-Reto de hoy
Llena tu día con pensamientos positivos. No sólo rechaces los pensamientos negativos que te vengan a la cabeza sino que intenta transformarlos en positivos.
Crea «anclas» que te ayuden a cambiar tu estado de ánimo. Elige una canción que te motive y conviértela en tu himno, una frase con la que te identifiques y haz de ella tu lema en la vida (También puedes crear la tuya)
Las mías son:
Canción: What a wonderful World de Louis Amstrong o My Way de Frank Sinatra.
Cita: «Lo que puedas hacer o soñar, ponte a hacerlo. La osadía está llena de genialidad, poder y magia» de Goethe.
¿Las tuyas?
Y me gustaría despedirme con unas sabias palabras de Gandhi que dicen lo siguiente:
Vigila tus pensamientos, porque se convierten en palabras.
Vigila tus palabras, porque se convierten en actos.
Vigila tus actos, porque se convierten en hábitos.
Vigila tus hábitos, porque se convierten en carácter.
Vigila tu carácter, porque se convierte en tu destino.
Con lo cual los pensamientos forjan nuestro destino. ¿Cuál quieres que sea el tuyo?
Mira qué diferentes suenan estas dos frases:
– Tengo que ir a recoger a los niños después del trabajo
– Voy a ir a recoger a los niños después del trabajo
Son muy, muy parecidas ¿verdad? Sin embargo hay un matiz por el que el «tengo que» parece más una queja o un lastre.
¿Qué no te parecen tan diferentes? Pues haz la prueba con este otro ejemplo. Imagina que tu novio/a te dijera: «hoy tengo que ir a verte». Seguro que no te haría ninguna gracia ¿verdad?
Nuestro vocabulario, la forma que tenemos de expresarnos, es otra de las herramientas de las que disponemos para cambiar el funcionamiento de nuestro cerebro. Las palabras que elegimos modifican nuestra mente y nuestra disposición hacia algo.
Ayer citábamos un texto de Ghandi en el que decía: «Vigila tus palabras porque se convierten en actos», y es así.
Uno de los secretos para dejar de quejarnos es dominar el uso del lenguaje, tanto externamente como en nuestro diálogo interior. Lo normal es que nuestros pensamientos determinen nuestras palabras, pero al contrario también sucede.
“Decir lo que sentimos; sentir lo que decimos; concordar las palabras con la vida. (Séneca)
Además, uno de los valores más positivos de vivir sin quejarte es que es algo que se contagia.
TRUCO 1: Elimina de tu lenguaje el «tengo que» y sustitúyelo por el «voy a«
Ahora analiza estas otras frases:
– Es muy difícil
– Parece muy difícil, pero lo intentaré
Cuando se te escape una queja puedes añadir el «pero» positivo. Es decir, cambia el enfoque automáticamente, le estás dando un giro radical para poner la atención en lo positivo.
A veces sin darte cuenta puedes decir o pensar frases como: ¡Qué pereza tener que pasear al perro ahora con el frío que hace! Si esto sucede acostumbra a tu cerebro a usar esta técnica para dar la vuelta a la situación: … ¡Qué pereza tener que pasear al perro ahora con el frío que hace!…pero me va a venir muy bien dar un paseo y estirar las piernas.
TRUCO 2: Utiliza el «pero» positivo
Desde hoy hay algunas frases que debes desterrar de tu vocabulario y de tu pensamiento. ¡Deja de criticarte a ti mismo! En tu lenguaje jamás pueden tener cabida expresiones como: «No puedo», «no sé» o «no es posible». Esto es muy importante. Cuando te vengan a la mente o expreses frases de este tipo corrígete a ti mismo. «¿Cómo no voy a poder? Yo soy capaz de todo». «Solo tengo que aprender y aprender lleva tiempo, pero lo voy a hacer». No te des tregua y corta estos pensamientos al momento. Es fundamental lo que tú pienses de ti mismo.
TRUCO 3: Cambia lo que te dices a ti mismo
Por defecto solemos hacer apreciaciones negativas ante los demás. ¿Has visto que feo era el traje que llevaba? ¿te has dado cuenta de que la casa estaba muy desordenada? ¡Que corte de pelo más feo se ha hecho! ¡Ha engordado un montón desde que no lo veo!
Una vez más tenemos que reconocer que nos resulta más sencillo decir afirmaciones negativas que positivas. Nunca resaltes los aspectos negativos de nada ni nadie. Enfócate en lo bueno. Recuerda que es un entrenamiento para tu mente. Si empiezas a centrarte en ver los aspectos positivos de lo que te rodea tu cerebro, antes o después, aprenderá que debe fijarse en lo bueno de todo y rechazará lo malo. ¿No es esto mejorar la calidad de vida?
¿Te has fijado que hay gente como gris y triste y sin embargo otros son magnéticos y radiantes? Tiene que ver con esto. La gente gris es precisamente gris porque se fija y comunica eso, sin embargo las personas radiantes tienen luz propia porque destacan y comunican lo bueno y positivo de todo.
¿Quién quieres ser tú?
TRUCO 4: Haz observaciones positivas
El Mini-Reto de hoy consiste en lo siguiente:
Hoy fíjate en el lenguaje. ¿Cómo te comunicas con los demás? ¿Y contigo mismo?
Haz el ejercicio de realizar afirmaciones positivas. Cuando entres a un sitio o hables con una persona intenta mentalmente destacar algo bueno, y si en el transcurso del día se te escapa algún pensamiento negativo intenta transformarlo en el momento con la técnica del «pero» positivo.
Sustituye de tu vocabulario el «tengo que» por el «voy a».
Y hoy lo dejamos aquí 🙂
A todos nos ha pasado en algún momento. LLevas una semana especialmente intensa y estás deseando que llegue el sábado para dormir un poco más. Sientes que lo necesitas porque estás agotado. Entonces suena el teléfono y un amigo te dice:
– Necesitamos a uno más para el partido del sábado. Es a las 9 de la mañana en… (un sitio lejísimos de tu casa). ¿Te vienes?
Y aunque no te apetece nada porque lo que necesitas es descansar tú contestas: ¡Sí, claro! Allí estaré.
Cuelgas el teléfono y ahí empiezan las quejas hasta que llegue el sábado. ¿Sabes a qué sensación me refiero? Te da rabia haber dicho que sí, te enfadas contigo mismo por tener que hacer cosas que no quieres hacer y lo peor: pasas lo que te queda de semana refunfuñando y diciendo que qué pereza el sábado y que la gente es muy pesada.
Puedes sustituir el partido por quedar con alguien, ir a casa de la suegra y pasar todo el domingo entero, hacer gratis algún trabajo, decir que te puedes encargar de esa tarea aunque no tengas tiempo, ir al cumpleaños del sobrino de la prima de tu cuñado o miles de cosas a las que decimos que sí cuando en realidad queremos decir que no.
No te estoy diciendo que no hagas cosas por los demás, pero si las haces, hazlas sin quejarte. Si lo haces estarás perdiendo doblemente porque harás algo que no quieres hacer y además estarás enfadado hasta que la hagas.
Hay situaciones y situaciones. Por eso hay que aprender a diferenciar las cosas que son importantes y las que son compromisos. Un truco para distinguirlos es pensar en el motivo por el que estás diceindo que sí. Si es de corazón y por ayudar te alegrará hacerlo. Si es por complacer o quedar bien te irá minando y generará mucho estrés. Complacer a la gente por caerles bien es debilitante y nos genera sensación de victimismo, estrés e incluso ira. De ahí surge la queja. No hay que ser egoísta y en las cosas importantes hay que estar disponible y decir siempre que sí, pero en lo que son compromisos hay que aprender a negarse.
Ser asertivo significa ser capaz de defender tus derechos e ideas propias frente a otros de forma tranquila y positiva. Ya hacemos muchas cosas por obligación, no conviertas también en obligaciones tu tiempo libre o aquellas cosas en las que sí tienes elección.
Pero la asertividad no es sólo eso. No se limita a saber decir que no, sino que se considera una habilidad de comunicación y consiste en aprender a transmitir tus opiniones, aunque no se correspondan con la opinión generalizada. Decir que sí también es sumarse a la mayoría aunque internamente creas en todo lo contrario.
Cuando dices que «sí» cuando en realidad quieres decir «no» pasa lo siguiente:
- Te enfadas contigo mismo y te pones de malhumor, que puedes pagar con los demás que no se lo merecen.
- Sientes que no estás haciendo lo que quieres y te genera sensación de malestar y pesimismo. Te da rabia sentir que no eres libre.
- Genera estrés. A veces no tenemos tiempo material para todo lo que tenemos que hacer. Decir que sí cuando realmente no puedes te lleva a agobiarte y pasarlo mal. Deja de fingir que puedes con todo.
- Acabas quedando peor. Decir que sí para acabar poniendo una excusa a última hora queda mucho peor que haber dicho que no desde el principio.
- Te sientes explotado y con baja autoestima. Por ejemplo en el ámbito laboral. Sientes que das mucho más que lo que recibes y que siempre te piden a ti lo que nadie está dispuesto a hacer. Luego te quejas de ello y dices que no estás valorado. Te valoran por cómo te valoras tú a ti mismo. Te conviertes en ese empleado que nunca dice nada pero siempre se queja de todo.
Algunos trucos para decir que no y ser más asertivo:
- Sé sincero. Por ejemplo puedes decir a tu amigo: «Oye, llevo una semana cansadísimo deseando que llegue el sábado para levantarme sin despertador. ¿Sería mucha faena que intentarás buscar a otro? Te lo agradecería mucho porque realmente lo necesito».
- No te justifiques con excusas que ni tu mismo crees. Es mejor que utilices respuestas cortas. Si empiezas a enredarte en explicaciones podrán darte «solución» a tus objecciones. Es mejor que contestes: «No, gracias» o «no, no puedo». Sé tajante.
- No te sientas culpable. Es peor decir que sí y luego pasarte toda la semana quejándote y lamentándote de haber dicho sí.
- Propón una alternativa.
- Antes de decir que si piénsalo. No tienes porqué dar una respuesta automática, pero tampoco lo alargues días porque estarás pensando en ello todo el día y te quitará la paz.
- No pongas como excusa a otra persona.
Y si finalmente dices que sí (a veces hay que hacerlo), no te quejes ni internamente ni externamente. Simplemente hazlo y piensa que lo estás haciendo porque quieres. No seas cascarrabias. A nadie le gusta que le hagan un favor con mala cara. Intenta centrarte en el lado positivo de la situación. Ponte la equipación y sal a disfrutar del partido del sábado. Ya te echarás la siesta más tarde 😉
El Mini-Reto de hoy
Observa cuántas veces dices que sí a cosas a lo largo del día. ¿Hay alguna en la que puedas poner en práctica la asertividad y decir que no? Hazlo.
¿Viste el anuncio del sorteo de San Valentín que hizo Lotería Nacional? (Lo puedes ver aquí).
Tres amigos están tomando algo en una cafetería y uno les dice a los demás:
– «Importante: ¿qué regalamos para San Valentín? que nuestras novias son amigas y luego empiezan las comparaciones.» Y comienzan a contar lo que tienen pensado regalar a sus novias para que los regalos sean similares y ninguna se enfade. No te desvelo más.
Podría parecer un poco exagerado, pero es algo que sucede y mucho. No sólo en este caso concreto, sino en nuestra vida en general:
– «Luis cobra el doble que yo, siempre negocio mal».
– «Pepa y Jorge se casaron cuando llevaban un año, y tú y yo llevamos cinco: ¿es que no me quieres?»
– «Yo a tu edad ya tenía 3 hijos: ¿a qué estás esperando?»
– Carol era un desastre en la Universidad y ahora tiene un puestazo y yo sigo en una empresa pequeña.
– He visto en facebook que Pedro vive genial en una casa enorme con piscina. ¿Por qué yo no tengo tanta suerte?
Desgraciadamente vivimos comparándonos demasiado con los demás y destacando lo que otros tienen que nosotros no tenemos. Uno de los orígenes fundamentales de las quejas son las comparaciones. ¿Cuántas veces que nos quejamos es porque nos estamos comparando? Piénsalo.
Existe una teoría en psicología que se llama la «teoría de la comparación social» elaborada por el psicólogo Leon Festinger que afirma que las personas nos autoevaluamos e incluso nos definimos comparándonos con los demás.
¿No te parece increíble? Definir quiénes somos basándonos en los demás. No me gusta nada la idea. Bueno, supongo que a nadie.
Dicen que las comparaciones son odiosas, y lo son por varios motivos:
- De la comparación no puede salir nada bueno:
– Nos hace sentir inferiores.
– Nos provocan sensación de escasez.
– Provocan un sentimiento tan feo como la envidia.
– Y si resultamos «vencedores» de la comparación nos puede llevar al orgullo o la prepotencia.
- Las comparaciones no suelen ser equilibradas
No conocemos todo sobre la vida de los demás, y cuando nos comparamos nos centramos sólo en un aspecto de la vida del otro y no de su totalidad. A lo mejor comparamos el éxito de una persona con el nuestro, pero no vemos las horas y horas de dedicación que hay detrás de ese éxito. A lo mejor ese individuo con el que nos comparamos ha renunciado a la vida personal por conseguir ese éxito y envidia precisamente tu vida.
Esto me recuerda a una anécdota que cuentan sobre un pianista. Un día ofreció un recital y una señora al acabar se acercó para decirle: «No sabe cuánto le envidio, me gustaría mucho tocar el piano como usted» y el pianista le dijo: «Es fácil. Toque el piano durante 8 horas diarias los siguientes 15 años de su vida y tocará como yo».
Conocemos todos los detalles de nuestra vida, pero no conocemos todos los detalles de la vida de los demás. Por eso las comparaciones no son acertadas. Por poner un ejemplo tonto: puedes quejarte de que tu mujer no te hace regalos increibles en el día de San Valentin como hace la mujer de tu amigo, pero lo que no sabes es que la mujer de tu amigo no le trata con tanto cariño como tu mujer te trata a ti. Tendemos a idealizar la vida de los demás y con limitaciones la nuestra.
- Las comparaciones te pueden llevar a vivir la vida de otros
- Utiliza la comparación positiva que te sirva para convertirte en una nueva y mejorada versión de ti mismo. Normalmente nos comparamos «en negativo», es decir, nos comparamos con lo que otros tienen, no con lo que otros son. Si la comparación no sirve para mejorar, es una queja y solo te llevará a tener sensación de escasez.
- No te definas, ni dejes que te definan en comparación con otros.
- Evalúate a ti mismo por lo que has conseguido. Piensa de dónde partías y hasta dónde has llegado. No todos tenemos las mismas circunstancias, evalúa tus logros sin pensar en las circunstancias de los demás.
- Tu mayor y único competidor está delante del espejo: eres tú.
- ¿Qué tal vas de autoestima? Se amable contigo mismo.
- Anota tus quejas por comparación en un papel. Cuando las veas en papel seguro que perderán importancia.
- Lee tu diario de gratitud. Enfócate en todo lo que tienes y no en lo que te falta.
- Elimina las comparaciones de tu vocabulario. Aprende a decir lo que quieres y lo que no sin recurrir a la comparación con otros. No digas: «Quiero cobrar más porque Pepe gana X». Mejor di: «Me merezco cobrar más porque he ganado estas tres cuentas que están haciendo ganar mucho dinero a la empresa.
- No dejes que te comparen con otros.
El Mini-Reto de hoy:
Piensa en todas positivas que tienes en tu vida por las que dar las gracias y fíjate a lo largo del día en todas las comparaciones que acuden a tu mente y anota sobre qué temas sueles compararte. Piensa si esas comparaciones tienen fundamento.
Como verás hoy mando el reto más tarde. Si algún día he sudado para luchar contra la queja ha sido hoy. Pero me he dado cuenta de que son precisamente estos días difíciles los que marcan la diferencia. Me he levantado pronto para escribir el reto y mandarlo a la hora habitual, pero cuando he encendido el ordenador no funcionaba internet. Bueno, realmente sí había conexión en el móvil y la tablet, pero no en el ordenador. He llamado a la compañía del ADSL, luego a la del ordenador (ambos pasaban la responsabilidad al otro), y así he pasado la mañana. Nadie me daba una solución. Entonces he pensado: ¿Dónde está la línea que separa quejarse con exigir lo que crees que es justo? La principal diferencia es lo que esperas obtener con ello. Cuando te quejas no buscas encontrar una solución, sino que sólo pretendes lamentarte. La queja es pasiva mientras que la reclamación está encaminada a encontrar una respuesta satisfactoria a un problema determinado. No quejarse no significa dejar pasar las cosas a ver si se solucionan solas o callarse ante lo que no nos parece justo. Hay que saber comunicar lo que queremos y exigir lo que merecemos ante la persona que puede dárnoslo. Otra de las diferencias es que la queja convierte en más grande el problema. La queja hace grandes problemas que en relidad no son para tanto, y nos lleva a estar en un estado mental muy negativo en el que somos incapaces de tomar soluciones. Es más, hace que tomemos malas decisiones porque lo hacemos centrándonos en lo negativo. Perdemos la perspectiva del problema y encadenamos pensamientos negativos. Por eso cuando un día empieza mal parece que todo se tuerce. Esta mañana mi diálogo interno era el siguiente: ¡Dios mío, ¿ y ahora qué hago? ¿Cómo voy a mandar el email? ¡Van a pensar que cuánto estoy tardando! ¡Qué desastre! ¿Por qué ha tenido que pasar esto? He agrandado un problema que no era para tanto. El mundo habría seguido girando si hoy no te puedo mandar el email ¿verdad? Muchas veces en la vida hacemos grandes tragedias de tonterias y nos quejamos de cosas sin importancia de una forma desproporcionada. ¿Te ha pasado a ti algo similar? La última diferencia entre quejarse y reclamar son las sensaciones que te provoca. La queja tiene una aureola de negatividad, que te lleva a sentirte víctima de todo y responsable de nada. Sin embargo cuando reclamas algo justo te sientes bien porque estás haciendo valer tus derechos y expresando tu opinión con el fin de cambiar algo a mejor. Te sientes responsable de la mejora de algo (por ejemplo cuando vamos a una manifestación). El caso es que cuando te quejas y te ofuscas en lo malo no eres capaz de tomar soluciones para arreglar el problema. Cambia tu estado de ánimo y todo tu día empieza a ir mal. A veces nos tomamos los obstáculos como impedimentos y no es lo mismo. Los obstáculos, como en las carreras de atletismo, están ahí para saltarlos. Bueno, lo dejo por hoy. Espero que estés teniendo un buen sábado. Te doy las gracias porque escribir este email me ha venido de maravilla para volver a nutrir mi cerebro de pensamientos y reflexiones positivas.
Ayer hablámos de cómo la queja hace que los problemas se vean más grandes de lo que son. Dramatizamos y hacemos una montaña de un grano de arena. Pero por suerte también hay algo que tenemos a nuestro alcance para hacer los problemas más pequeños. ¿Quieres saber qué es?
El sentido del humor.
El humor cambia nuestra perspectiva. Nos hace ver los acontecimientos de una forma más realista y menos amenazante. Nos ayuda a tomar distancia y todo ello hace que los problemas se vean más pequeños o por lo menos más al alcance de nuestra mano. La risa no va a solucionar los problemas gordos por arte de magia, pero sí te va a quitar de en medio todas esas tonterías cotidianas a las que damos mucho importancia y que te van quitando energía poco a poco.
La risa es buena para nuestro cerebro, nuestro cuerpo y nuestra salud. Reírse es la mejor medicina natural que existe. No sé si conocías este dato, pero cuando te ríes a carcajadas dejas tus músculos relajados durante aproximadamente 45 minutos. Activas 400 músculos de tu cuerpo y sólo en la cara estás ejercitando 15 músculos diferentes ¿Cuánto ejercicio tienes que hacer para conseguir ese mismo efecto?
De hecho, hay una ciencia que se llama Gelotología que estudia los efectos de la risa en el cuerpo y en la mente. Tras años de investigación científica se ha demostrado que la risa tiene muchos beneficios:
- Tonifica los músculos abdominales
- Mejora el flujo sanguíneo y la oxigenación de nuestra sangre
- Reduce los niveles de la hormona del estrés, lo que provoca un mejor rendimiento del sistema inmunológico.
- Baja la presión arterial, lo que minimiza el riesgo de accidentes cerebrovasculares y cardíacos.
- Libera endorfinas (los anestésicos naturales del cuerpo)
- Produce sensación de bienestar
- Aumenta nuestra creatividad y nuestra memoria.
Pero aunque no hubiera pruebas científicas de este tipo, piensa en ti: ¿Cómo te sientes cuando te ríes con todas tus fuerzas? Recuerda una situación en la que no pudiste aguantar la risa, cierra los ojos y revive el momento.
¿A que te ha invadido una sensación de bienestar sólo con recordarlo?
– La risa te hace sentir bien. Nadie puede reírse y tener ansiedad o miedo al mismo tiempo. Es imposible. Una carcajada es una de las sensaciones más placenteras que existen, y siempre está al alcance de nuestra mano. Cuando te levantes de mal humor intenta hacer lo posible por romper esa inercia.
El sentido del humor cambia nuestro estado de ánimo y también el de la gente que está a nuestro alrededor. Al igual que las personas tóxicas nos quitan energía, las personas con buen sentido del humor nos la dan. Podemos ser esa persona que hace más fácil la vida de los demás. ¿Por qué no serlo?
– Antes de quejarte, ríete de ti mismo. Es la mejor manera de afrontar los problemas y aumentar la autoestima. Sólo aquellos que tienen un buen concepto de sí mismos pueden reírse de su persona.
– Te hace más atractivo. La gente con buen sentido del humor es magnética. No sé tú, pero yo prefiero estar con gente que se ríe que con alguien que se está quejando todo el día. ¿Quién quieres ser para los demás: el que se queja todo el rato o con el que se te pasa el tiempo volando?
Es una cuestión de elección.
– Creas un ambiente positivo. Los demás estarán también de mejor humor y les ayudarás a hacer frente a sus problemas. El ambiente que nos rodea es responsabilidad nuestra y con el sentido del humor mejoramos la vida de la gente de nuestro entorno.
– El buen humor te hace más resiliente. Minimiza los problemas y aumenta tu fortaleza mental.
– Como decíamos antes la risa alivia la ansiedad y el miedo. Nos predispone a disfrutar de la vida.
– Mejora las relaciones y ayuda a calmar los conflictos. Como dice Jay Leno «No puedes estar enfadado por mucho tiempo con alguien que te hace reír».
Os dejo una de nuestras frases del día que tienen que ver con la risa:
El Mini-Reto de hoy:
¿Hace cuánto que no te ríes a pleno pulmón? Activa un plan para que la risa y el sentido del humor tengan más protagonismo en tu vida.
Empieza por hoy. Vuelve a ver ese vídeo o escucha ese programa que te hizo reírte a carcajadas.
Yo voy a escuchar este audio del programa de Carlos Herrera con el que no puedo parar de reírme:
O este otro que es un poco más largo pero que merece la pena:
Si puedes, hazlo con tu familia o amigos. Es más difícil reírse solo que en compañía. Además, la risa es contagiosa 😉
Incorpora la risa a tu vida cotidiana. Por ejemplo, sería una buena idea escuchar un programa divertido cuando vas en el coche o en el autobús, o mientras te estás duchando. Así empezarás el día de muy buen humor.
Que lo pases muy bien hoy y te rías mucho 🙂
Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, la principal característica de una queja es que no intenta buscar ninguna solución al problema, sino que se centra solo en el lamento.
Hoy te pregunto ¿Cómo es tu actitud ante un problema? ¿Cómo afrontas las dificultades ? ¿Cómo eres ante la adversidad?
Muchas veces nos quejamos porque no estamos preparados o no sabemos afrontar bien la resolución de problemas. Como todo lo demás es algo que se puede entrenar y que nos deberían enseñar desde pequeños. Ojalá en los colegios hubiera más clases que prepararan a los niños para afrontar la vida real, como por ejemplo la inteligencia emocional. En unos años la sociedad sería totalmente diferente.
La resolución de un problema no es fácil, pero existen técnicas que nos pueden ayudar a afrontarlo correctamente.
Voy a poner un ejemplo muy tonto pero muy claro para explicar las distintas etapas que puedes seguir para afrontar un problema correctamente. Imagina que quieres adelgazar 5 kilos pero a pesar de todos los esfuerzos no lo consigues.
1. Definir bien el problema.
No es lo mismo el problema real que el problema que percibimos. En este caso el problema no es «No adelgazo», sino que debería enunciarse como «A pesar de estar a dieta sólo he adelgazado 300 gramos en un mes ¿qué es lo que está fallando?».
Como ves, describir el problema correctamente ya nos va encaminando a tomar una mejor solución. Cuando afirmas «no adelgazo» hay frustración y una cierta sensación de impotencia en el resultado. Para definir bien el problema debes centrarte en el proceso y no en el resultado. Si sólo tuvieras en cuenta las dos opciones ¿quién crees que se está enfrentando mejor al problema? ¿Cuál crees que tiene más opciones de encontrar una solución? Cuando dices «No adelgazo» parece que estás a punto de tirar la toalla.
2. Evaluar el problema
Analizar y aumentar la información que tenemos sobre el problema y sobre el objetivo que nos habíamos planteado.
Un buen truco es estructurar y dividir todo lo que tiene que ver con el problema en cosas más concretas. Por ejemplo, para adelgazar hacen faltas estas cosas:
– Alimentarse bien. Llevar una dieta
– Hacer ejercicio para quemar calorías
– Fuerza de voluntad
– No pasar hambre
Trata de evaluar cómo estás llevando cada uno de estos aspectos.
¿Es realista intentar adelgazar 5 kilos en un mes? Para adelgazar se necesita quemar más calorías de las que consumes ¿no estoy quemando las calorías suficientes? ¿Estoy consumiendo más de las que debería? ¿Qué es lo que puede estar fallando? ¿Cómo estoy comiendo? ¿Estoy haciendo ejercicio?
3. Reducir el problema hasta extraer el problema fundamental.
Consiste en averiguar cuál es el problema principal y cuáles son los derivados o secundarios.
El problema es que estoy saltándome la dieta en algunas comidas. A veces tampoco hago deporte, pero el motivo principal es que en la hora de la comida estoy comiendo cosas que no debería.
4. Buscar la causa raíz del problema
Se trata de dar con el «quid de la cuestión». No solo basta con saber cuál es el problema principal sino porqué se está produciendo. Si eliminamos esta causa estaremos muy cerca de resolver el problema.
En este caso sería: estoy saltándome la dieta porque como fuera de casa y es difícil encontrar menús con comida sana. Como con mis compañeros y en algunas ocasiones vamos a sitios donde es imposible tomar algo que sea de dieta. Además muchas veces tengo reuniones con clientes donde tomamos una copita de vino.
5. Búsqueda de soluciones y evaluación de alternativas.
Ahora que ya sabemos cuál es el problema principal y su causa estamos más preparados para tomar una solución que sea verdaderamente efectiva porque no nos centramos en un problema global y abstracto como «no adelgazo» sino con otro mucho más concreto y superable como: «cómo puedo conseguir mantener la dieta cuando salgo a comer con mis compañeros».
¿Qué ideas se te ocurren para superar este pequeño obstáculo? Crea una lista con alternativas:
– Proponer tú los sitios para ir a comer.
– Comer lo mismo que comes pero la mitad de cantidad. Tomar algo a media mañana para no pasar hambre.
– Los días que comas más hacer más ejercicio o recorrer andando el último tramo de vuelta a casa.
– Sustituir la copa de vino por otra cosa.
– Llevarte comida de casa.
– Hacer un «grupo de dieta» en la oficina. Seguro que alguien quiere empezar la dieta contigo y podéis ir a sitios más adecuados.
Apunta cualquier idea que se te ocurra.
6. Toma de decisiones y ejecución del plan de acción
Toma una decisión y sé consecuente. Es importante que te adaptes a tu situación real y ser realistas.
En este caso, lo que está más en tu mano es:
– Hacer más ejercicio cuando comas más.
– Tomar agua en vez de la copita de vino
– Comer la mitad de lo que te pongan en el plato.
7. Efectuar seguimiento y evaluación.
Evaluar si la decisión que has tomado te está llevando a solucionar el problema. Si no es así puedes tomar otra alternativa de las muchas que tenías o pensar otras nuevas.
Aunque parece un sistema complejo, si te acostumbras a seguirlo es realmente fácil y puedes llegar a ponerlo en práctica de forma casi automática. En realidad se trata de entrenar nuestro cerebro para que se enfoque en dar soluciones y en saber identificar dónde radica el verdadero problema y su causa principal para poder hacerle frente. Es un sistema de resolución de problemas que se usa en el mundo empresarial, pero que funciona muy bien en la vida cotidiana.
Es muy importante también aprender a distinguir términos que parecen similares pero que son diferentes: problema, dificultad, contratiempo e inconveniente. Saber hacerlo te hará poner en su justa dimensión las cosas, sin sobredimensionar el problema o desviarte de la cuestión principal.
Un problema es cuando existe una dificultad de la que existe una solución dudosa. En este caso tu objetivo debe ser buscar la posible solución.
Cuando tienes una dificultad es que ya sabes cuál es el problema, pero su solución es difícil. Aquí el objetivo es tratar de hacer más fácil la solución para poder conseguir el objetivo.
Un inconveniente es un obstáculo que tienes para hacer algo. En este caso deberás encontrar solución a ese inconveniente en concreto o mitigar los efectos negativos del mismo. Un inconveniente no dificulta todo el objetivo, sino sólo una parte de él. Te aleja del objetivo, pero no lo imposibilita.
Un contratiempo es un suceso inoportuno con el que no contamos que impide el curso normal de algo. Es algo temporal y accidental. En este caso nos tenemos que centrar en encontrar una solución rápida y efectiva, pero no es un problema grande que nos impida conseguir nuestro objetivo. El error más grande que puedes cometer es definir un contratiempo como un problema.
Es importante no transformar los contratiempos en inconvenientes o las dificultades en problemas. Esa es la forma habitual de sobredimensionar las cosas y que nos parezcan más difíciles de conseguir y de ahí surgen la gran mayoría de nuestras quejas.
El Mini-Reto de hoy:
«Me encanta que los planes salgan bien». Hannibal Smith era mi personaje preferido del «Equipo A». Hoy vamos a ser un poco como él y vamos a trazar un plan para aquellos problemas, dificultades, inconvenientes y contratiempos que son la base principal de nuestras críticas y quejas.
Toma lápiz y papel y define tu problema principal y cómo lo vas a solucionar. No sé si tardarás 5 minutos o una hora, pero es importante que lo hagas. Lo que no se pone en práctica no se interioriza.
Ya hablamos anteriormente sobre que una de las quejas más frecuentes y dañinas son las críticas hacia los demás. No sólo hacen daño al que recibe la crítica sino al que la realiza, porque son sinónimo de inseguridad y nadie quiere a su lado a una persona criticona y quejumbrosa.
Pero ¿qué pasa cuando el objetivo de tus críticas eres tú mismo?
En algunas ocasiones somos nuestro peor enemigo. Para frenar la queja y fomentar los pensamientos positivos hay que empezar a construir un nuevo yo en el interior de nosotros mismos.
Existen dos frases que debes eliminar hoy mismo de tu pensamiento. No sólo de tu vocabulario, sino también de tu diálogo interior. Son peligrosas y son dañinas. Hacen que no avances y que lo veas todo imposible. Prométete a ti mismo que nunca jamás en la vida te vas a volver a decir estas dos cosas:
– No sé.
– No puedo.
Seguro que te ha pasado. Todos tenemos cierta inseguridad interior y nos quejamos de que no podemos o no sabemos hacer algo:
– Por mucho que lo intente, no puedo dejar de fumar
– Yo no sería capaz de sacarme el carnet de conducir
– Lo haría, pero no sé hacerlo
– No me va a salir bien
– Me gustaría poner este negocio, pero no creo que consiga que funcione. Es muy difícil
– Esto no va a funcionar
– ¿Para qué intentarlo? Siempre que lo he hecho ha salido mal
Todo se puede hacer en esta vida, simplemente hay que saber cambiar nuestro discurso interno. La fortaleza mental es muy importante. Puedes ser quien quieras ser, pero debes empezar por trabajar tu mente.
Hay que eliminar de nuestra cabeza y nuestro vocabulario la queja sobre nosotros mismos. Seguro que conoces a alguien que es capaz de todo pero que por su inseguridad siempre está sufriendo de antemano: «yo no voy a poder hacer esto, yo no voy a ser capaz, es que yo no soy bueno en esto, lo veo imposible, me siento incapaz, mejor hazlo tú que yo no sé, jamás lo conseguiré…»
Te da mucha rabia porque tu desde fuera ves que es capaz de todo y que sólo se está limitando a sí mismo con esa actitud. Y lo peor de eso es que lo creen de verdad.
Eso nos pasa a todos. Algunos lo exteriorizan más y otros menos, pero las quejas sobre uno mismo aparecen por nuestra cabeza en muchos momentos. El secreto es aprender a esquivar esos pensamientos, al igual que hacíamos con los pensamientos negativos.
Para cambiar esta mentalidad existen tres reglas:
– Nunca digas que no puedes o no sabes. No te quejes de ti mismo.
Henry Ford dijo una frase que me gusta mucho: «Tanto si crees que puedes como si crees que no, tienes razón.»
Si al cerebro le dices continuamente que no puede hacer algo se lo va a creer, porque lo va a interpretar así. Para él es como si fuera una orden. Le estás afirmando que no puede hacerlo.
– Nunca dejes que te digan que no puedes o no sabes.
Lo mejor que puedes hacer cuando alguien te diga que no puedes hacer algo es contestar: ¡Mira cómo lo hago!
– Nunca pierdas la fe en ti mismo por un fracaso. Que no hayas podido hasta ahora no significa que no puedas. No te quejes de tus fallos anteriores.
La historia y el mundo que tenemos actualmente es el resultado de los cambios que han tenido lugar gracias a personas que nunca se dieron por vencidas. Un fracaso anterior no puede determinar tu futuro.
– Edison se pasó 3 años de su vida probando hasta 300 teorías diferentes para desarrollar la bombilla. Cualquier otro se hubiera rendido antes.
– Los hermanos Wright tardaron 4 años en conseguir el primer avión propulsado por un motor. Fallaron muchas veces antes de conseguir volar.
– Las dos primeras empresas de Henry Ford fracasaron. Podría haber dicho: «yo no valgo para esto» y entonces no tendríamos el automovil.
– A Walt Disney le despidieron de un periódico porque «no tenía imaginación para crear historias». Podía haber renunciado a su pasión.
Que tu creas en ti es mucho más importante que lo que digan los demás. Mira estas cosas increíbles que la gente ha hecho cuando todos los demás dudaban, incluso cuando todo parecía que estaba en su contra:
Kathrine Switzer fue la primera mujer que corrió el maratón de Boston en 1967. Fue la primera porque hasta entonces a las mujeres se les prohibía participar en esos eventos deportivos.
Kathrine se apuntó al maratón con sus iniciales, para que nadie pudiera saber que era una mujer. El día del maratón se presentó, cogió su dorsal y empezó a correr. A mitad de carrera el organizador la vio y con odio le quitó el dorsal y le dijo: «sal de mi carrera».
Kathrine siguió corriendo y terminó la maratón en 4 horas y 20 minutos, demostrando que las mujeres, al igual que los hombres, eran capaces de finalizar la prueba. Cuatro años más tarde, el maratón de Boston permitió a las mujeres participar.
Michael Jordan: De pequeño siempre era suplente porque jugaba muy mal. Además, le decían que era bajito y poco corpulento para jugar al baloncesto. Sin embargo Michael Jordan sólo tenía un deseo: jugar. Cuando le dejaron fuera del equipo para un campeonato pidió estar con ellos aunque fuera sólo para llevar los uniformes y ser el ayudante del entrenador, pero lo más importante fue que decidió entrenar dos horas más que el resto y lanzar más de 3.000 tiros a canasta al día para mejorar. El resto de la historia ya la conoces 🙂
Einstein: No habló hasta los 4 años ni leyó hasta los 7. Creían que tenía alguna deficiencia. Le expulsaron de varias escuelas, todos sus compañeros de la universidad encontraron trabajo al finalizar sus estudios en el campo científico menos él, que tuvo finalmente que trabajar en la oficina de Patentes para poder ganarse la vida. En su tiempo libro creó las teorías que han revolucionado el mundo de la física y de la ciencia en general y llegó a ser Premio Nobel.
A Bethoven le dijeron que no tenía talento y él siguió haciendo lo que más le gustaba: componer música. Cuando consiguió ser reconocido se quedó sordó y entonces le dijeron que no podría componer nunca más. Bethoven después de eso compuso la Novena Sinfonía, que es la única composición musical en la historia declarada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
A los Beatles les rechazaron muchas veces antes de ser conocidos. La discográfica Decca Reccording les dijo que no tenían mucho futuro en esto de la música y que los grupos de guitarra no tendrían ningún éxito.
A Elvis Presley también le rechazaron diciéndole: «Hijo, tu naciste para conducir un camión, jamás podrás cantar».
Y como estos ejemplos hay muchas más historias: Quentin Tarantino, Albert Espinosa, Matt Groening, Charles Chaplin, Bill Gates, Churchill, Rowling, Spielberg, Stephen King…
Pero esas son las historias conocidas. En la vida diaria seguro que hay muchas más como estás, quizá tu hayas sido protagonista de alguna. 😉
¿Y tú? ¿Has fracasado alguna vez? Quizá si no lo has hecho es porque nunca has intentado nada nuevo.
El Mini-Reto de hoy:
Pon un reto en tu vida. ¿Qué es lo que te gustaría conseguir que hasta ahora no lo has hecho?.
Comprométete a que, a partir de ahora mismo, no vas a permitir pensamientos negativos sobre ti. ¡Tú si puedes!
¿Pudiste cumplir el mini-reto de ayer? Yo no dije en ninguna ocasión «no puedo», o no exactamente eso, pero sí me di cuenta de que varias veces pensé «no sé hacer eso». Están tan conectadas las dos frases que en realidad sí dije «no puedo».
Me pasó con un plugin del blog de Yoga de WideMat. No sabía arreglar una cosa que se había desconfigurado y dije «joe, ahora no funciona esto y a ver qué hago. No tengo ni idea de cómo se hace… llamaré a X». En seguida me di cuenta de que, sin darme cuenta, estaba diciéndole a mi cerebro «como ahora no sé hacerlo, no podré». Claro, es que es mucho más fácil llamar a alguien para que te resuelva tu problema que esforzarte por comprenderlo y buscar la solución.
Es una forma de rechazar tu capacidad de aprender. Y no solo eso, me di cuenta de que la queja es un mecanismo para evadir la responsabilidad.
Piénsalo: como hasta ahora no había tenido ese problema, no sabía solucionarlo. Y como no sabía solucionarlo, no podía. Y si no puedo hacer algo, no es responsabilidad mía. Y como no es responsabilidad mía, que lo haga otro o se queda sin hacer.
Además, podemos alargar la cadena eternamente: La primera vez no lo sabía hacer porque nunca me había pasado. La segunda, y todas las que vengan después, no sabré hacerlo porque la primera vez, y todas las anteriores, no aprendí.
Empecé a pensar en todas esas veces en que alguien no se hace responsable de algo a través de la queja:
– No voy a emprender ahora porque está difícil la cosa. (No soy quien gobierna mi vida, no soy responsable).
– Me gustaría estar en mejor forma y pesar menos, pero lo mío es genético. (No soy responsable de mi cuerpo, seguiré comiendo más).
– Un futbolista falla un gol cantado, mira al césped y hace aspavientos. (Entrenador, no soy responsable del fallo, el jardinero sí).
– Me gustaría ayudar a que los niños del Tercer Mundo tengan algo que comer, pero seguro que desaparece el dinero por el camino. (Es que sin saber si van a robar el dinero, es mejor no dar nada. Nadie me puede pedir que ayude).
– Me gustaría dedicar 10 minutos al día a meditar, pero es que tengo hijos y es imposible sacar ese tiempo. (No soy responsable de cómo organizar el tiempo en mi vida por mis hijos).
Las frases entre paréntesis son el mensaje que recibe tu cerebro, y que pueden recibir otras personas. A lo mejor no las dices con palabras, pero ese mensaje es claro, y siempre apunta a que tú no eres responsable, por tanto no puedes mejorarlo ni solucionarlo.
Esto conecta con otros días en los que hemos visto que la queja te aleja de las soluciones. La forma de solucionarlo es siempre pensar cómo podemos ser nosotros la solución en nuestra vida y en el mundo. Cuando veas que usas una queja como mecanismo de evasión de responsabilidades, piensa esto:
Sí soy responsable en mi vida. Yo la dirijo y puedo cambiarla.
La frase anterior es lo contrario a la queja para evitar la responsabilidad.
La persona que jamás usó la queja para no ser responsable fue Nelson Mandela. Seguro que conoces su historia: en los tiempos del apartheid fue condenado a cadena perpetua, aunque pasados 27 años de reclusión salió de la cárcel.
Pues bien, nunca dijo algo como «he estado encerrado 27 años, cómo no voy a vengarme de mis enemigos». ¡Incluso rechazó ese término! Tampoco dijo «nos han discriminado y segregado, hay que usar la violencia contra ellos, y no seré yo el responsable del derramamiento de sangre. Uso la violencia porque no me queda otra». Lo que hizo al salir de la cárcel fue reconstruir un país, formar una nación de ciudadanos libres, con los mismos derechos, que no se veían los unos a los otros como enemigos.
La frase que Mandela se repetía una y otra vez en la cárcel era «soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma». ¡Qué mayor muestra de responsabilidad en tu propia vida y en el destino de tu comunidad! ¿Verdad que se parece mucho a la frase que tenemos que usar hoy?
Con el ejemplo de Mandela para darte cuenta de tu responsabilidad en tu propia vida, pasamos al Mini-Reto de hoy:
– Cuando te quejes por algo, pregúntate «¿estoy intentando engañarme a mí mismo y a los demás para que parezca que no soy responsable?».
– Si te das cuenta de que sí estás usando la queja como mecanismo de evasión, piensa qué puedes hacer para asumir la responsabilidad y mejorar. Ejemplo: todos tenemos 24 horas en el día y hay quien aprovecha el tiempo mejor que los demás. ¿Podría organizarme mejor para tener 10 minutos y meditar?
– ¿Puedes cambiar el punto de vista? Date cuenta de que los obstáculos no son insuperables. Por ejemplo, en el caso de esa persona que le gustaría adelgazar pero cree que lo suyo es genético, eso significa que necesitas un esfuerzo mayor, no que sea imposible.
Bueno Vanesa , espero que pongas en práctica el Mini-Reto de hoy, y decidas ser el amo de tu destino, el capitán de tu alma… Por cierto, al final del mail encontrarás el poema completo de William Ernest Henley que inspiró a Mandela.
Más allá de la noche que me cubre,
negra como el abismo insondable,
doy gracias a cuales dioses fuere
por mi alma inconquistable.
En la cruel garra de la circunstancia
no he gemido ni llorado.
Sometido a los golpes del azar
mi cabeza sangra, pero está erguida.
Más allá de este lugar de ira y llantos
yace sino el horror de la sombra,
Y aún la amenaza de los años
me halla y me hallará sin temor.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.
Vamos a hacer un ejercicio: Imagínate ahora mismo a alguien bostezando. Hazlo como si lo vieras a cámara lenta.
Venga visualizalo, no hagas trampas 😉
¿Te han entrado ganas de bostezar? Seguro que sí, a lo mejor hasta lo has hecho.
Tranquilo, no es una depurada técnica de hipnosis sino que es biología pura. Cuando vemos a alguien bostezar, bostezamos. También sucede cuando vemos a alguien reír, llorar, estornudar, o rascarse por ejemplo.
¿Sabes por qué ocurre? Por las neuronas espejo.
Las neuronas espejo se encuentran en el lóbulo parietal de nuestro cerebro y se activan desde que nacemos. Es lo que permite a los bebes aprender imitando los movimientos de los adultos. Por eso cuando sonríes a un bebé el bebé sonríe. Estas neuronas son las responsables de la empatía y la compasión.
Las neuronas espejo se conocen gracias al psicólogo Giacomo Rizzolatti. Como en otras ocasiones el hallazgo se produjo por serendipia o casualidad mientras se estudiaba otra cosa.
En 1981 el equipo del doctor Rizzolatti estaba investigando el funcionamiento y la actividad que producían las neuronas en la corteza premotora y lóbulo temporal de los monos macacos cuando comían cacahuetes. En un momento dado un miembro del equipo entró con un helado y lo más sorprendente fue que cuando se lo llevó a la boca se detectó en el mono la misma actividad cerebral que se registraba cuando comía cacahuetes. El comportamiento cerebral era idéntico.
¿No te parece interesante? Las neuronas espejo se activan en estas dos situaciones:
– Cuando realizas una acción.
– Cuando ves realizar esa acción en otros.
En ambos casos se produce la misma actividad cerebral. Para el cerebro los pensamientos tienen la misma importancia que las acciones (Por eso es tan importante el pensamiento positivo, pero de eso ya hemos hablado y aunque me tienta mucho lo tengo que dejar aquí).
Pero además, y de lo que quiero hablarte hoy, es que las neuronas espejo demuestran científicamente que lo que hacen los demás nos influye muchísimo. Por eso se llaman espejo, porque reproducen en nosotros lo que vemos en la persona que está enfrente.
Cuando alguien se queja produce el mismo impacto en su cerebro que en el nuestro. Esta frase tiene dos lecturas sobre las que debemos reflexionar en nuestro reto #UnMesEnteroSinQuejarte:
– Hay que evitar a las personas tóxicas o ayudarles a mantener una actitud positiva porque su estado nos influye a nosotros también.
– Somos responsables del bienestar de los demás. Las quejas no sólo nos hacen daño a nosotros, sino que hacen daño también a la gente que comparte su tiempo con el nuestro.
Seguro que te ha pasado alguna vez, has estado con alguien en una conversación donde todo eran críticas y quejas y has salido agotado, como si hubiera robado toda tu energía. Pues bien, quiero que sepas que no es imaginación tuya, realmente esa persona te ha robado tu vigor y tu fuerza.
¿Te imaginas que dijeran eso de ti?
Somos directamente responsables del ambiente que nos rodea. Jim Rohn, un escritor y conferenciante motivacional afirma que «Tu estado de ánimo es el resultado de la media de las cinco personas con las que pasas más tiempo».
Si quieres mejorar las cosas empieza por hacerlo contigo mismo. No responsabilices a otros de lo que a ti te pasa. Sé el cambio que quieres ver en el mundo.
Aprender a vivir sin quejarnos no sólo mejorará nuestra vida, sino que aumentará la calidad de vida de los que tenemos a nuestro alrededor. ¿No te parece maravilloso ser esa persona? Una vez más todo se basa en una simple elección: ser quien mejora la vida de los demás o ser quien les agota psicológicamente.
El Mini-Reto de hoy
Hoy vamos a llevar a cabo uno de los Mini-Retos más bonitos que hemos hecho hasta ahora. Nuestro objetivo de hoy es hacer que alguien sea un poco más feliz. Intenta mejorar el ambiente del lugar que te rodea y comprueba los resultados. Observa cómo lo que haces influye en los demás.
Haz reír a alguien.
Haz que alguien se sienta importante.
Haz que alguien sienta lo importante que eres para él/ella.
Escucha a alguien que lo necesita y ofrécele todo tu apoyo.
Bueno te dejo que hoy tenemos por delante una misión muy importante.
Anteayer hablamos de la queja como mecanismo de evasión de responsabilidades. Hay gente que se pasa el día quejándose de que está todo mal y así es imposible que nadie consiga nada. Pero es que también hay gente que predica lo mismo, que es imposible gobernar tu propia vida, a través del victimismo.
El victimismo es un poco especial. Además de negar la responsabilidad, destruye tu autoestima. Esto es así porque los victimistas siempre creen que son ellos, solo ellos, quienes no pueden con algo porque todo les ocurre a ellos. Una cosa es decir que es imposible emprender ahora porque hay una situación desfavorable en el país (ya explicamos que pensar así es como tirar la toalla), y otra, peor todavía, es que tú no puedes porque todo lo malo te pasa justo a ti.
Los victimistas creen que todo les pasa a ellos, como si hubiera una conspiración, y que es inútil tratar de cambiar sus vidas. Queja tras queja van cimentando esa actitud que es contraproducente por muchos motivos.
– El victimismo te hace ver la vida con impotencia. Ves el lado negativo de la vida cada vez más claro, o mejor dicho, ves tu vida cada vez más oscura.
– El victimismo y la queja te llevan al resentimiento. Te molestarán los éxitos ajenos. «Claro, es que Fulanito tiene todo a favor, no es que haya trabajado, solo tiene la suerte que a mí se me niega».
– Consume tus energías. Hay un momento de exaltación en la queja, que solo se alcanza tras muchas quejas, en el que empiezas a criticar y pones todas tus fuerzas en ello. Al final, es como si hubieras hecho ejercicio físico, has descargado tensión, y mereces un descanso.
– La queja y el victimismo llevan a la inacción. Por lo explicado en el punto anterior, tú ya has hecho un esfuerzo. Un esfuerzo con un impacto negativo en tu vida, sí, pero un esfuerzo. Ese descanso te hará perder más tiempo, sin hacer nada, sin pensar en soluciones.
– Se produce una distorsión de la realidad. Esto es obvio, salvo para el victimista. El mundo tiene mucho más en que pensar que en fastidiarte a ti, justo a ti. Si alguien piensa que todo le tiene que salir mal a él, por conspiración o mala suerte, es que tiene un problema con la realidad.
– Si no puedes ser parte del problema, no puedes ser parte de la solución. Por lo que el problema sigue existiendo y te reafirmas en que tú no puedes hacer nada.
«Es que tuve la mala suerte de que justo el día de esa reunión tan importante hubo un atasco». Claro, como todos los que cogieron el coche aquel día. No eres solo tú. Además, y esto es lo importante, sí fuiste parte del problema. Siento mucho decírtelo. Si era tan importante, ¿por qué no saliste de casa antes? No importa la excusa que se ponga para justificar la hora a la que saliste, podías haberte puesto varias alarmas, mirar si el móvil tenía batería, etc.
Sí soy responsable en mi vida. Yo la dirijo y puedo cambiarla.
Creo que tú, no encajas en el papel de víctima. Solo por leer este reto de Un Mes Entero Sin Quejarte estás demostrando que sí crees que hay una relación entre las quejas y tu vida. Y si encajaras, necesitarías la frase destacada anterior, que vimos el día 24, por lo que esta frase es una especie de vacuna.
El Mini-Reto de hoy no es otro que ayudar a alguien que sí está haciendo el papel de víctima. Puede que no lo haga de manera habitual, que solo sea un comentario aislado. Mejor aún, porque será mucho más fácil cambiar.
Pero ¿cómo decir a alguien que tenga cuidado con lo que dice sin molestarle, sin que lo perciba como una crítica personal?
– Dile delicadamente qué harías tú en su situación. Volviendo al ejemplo del atasco que te impide llegar a tiempo, di algo similar a esto: «sí, a mí me pasó lo mismo cuando tenía que hacer X, y desde entonces salgo de casa con mucho tiempo de antelación».
– Dile que lamentarse no les sacará de esa situación. «Me dijo mi jefe/mi madre/X que siempre ponía la misma excusa y que esa vez tenía que hacer algo. Me molestó un poco, pero tenía razón».
– Después de lo anterior, corta sus quejas. Sin piedad. Pasa a hablar de otro tema, para que se dé cuenta de que contigo no le va a valer ese papel.
– Si puedes, pasa a hablar de un tema del que se sienta agradecido. Por días anteriores sabemos que la gratitud es el principal arma contra la queja.
Espero que cumplas tu Mini-Reto de hoy con aquellas personas que son victimistas, y si no las hay en tu vida, con las que no lo son tanto, pero que se quejan. Aplica las pautas anteriores como entrenamiento.
Quería contarte una cosa que me pasó hace tiempo, concretamente en mi primera entrevista de trabajo.
Fui a la empresa y ya en la entrevista me dijeron que no era el perfil que estaban buscando. Es algo bastante habitual, ¿no? Tampoco es para tanto. Forma parte del proceso de encontrar trabajo, y más si es la primera vez. Pero al salir un amigo me dijo:
– ¿Pero qué esperabas? Sabes que no te merecías el trabajo, que te quedaba grande. No vales y no vas a ser capaz de encontrar nada porque sin un enchufe es imposible y tú no tienes la suerte de tener contactos. Quizá deberías buscar trabajo de otra cosa que sea más fácil. Además es que has contestado fatal porque te has puesto nervioso y seguro que han pensado que eres tonto.
Fue duro. ¿Verdad? Podría decir que incluso cruel y dañino. Además, es un amigo con el que paso todo el tiempo, que me conoce y «en teoría» me quiere. Son unas palabras que diría un enemigo, no un amigo.
Te contaré un secreto: ese «amigo» era mi mente. Yo mismo me dije esas palabras tan duras al salir de la entrevista. Son desproporcionadas y desalmadas. Jamás se las diría a nadie, pero conmigo no tuve clemencia.
Es algo que nos pasa continuamente. Nos tratamos fatal. Nuestro diálogo interior y nuestros pensamientos son muchas veces negativos y sin embargo la clave está en la mente. TODO ESTÁ EN LA MENTE.
Nos duchamos todos los días, nos lavamos los dientes tres veces al día, procuramos que el pelo esté siempre limpio, nos ponemos colonia para oler bien y ropa bonita. Procuramos estar delgados y fuertes, nos ponemos maquillaje y cremas para estar más guapos… Pero, ¿qué importancia damos a la higiene mental?
Ojalá pusiéramos el mismo empeño y energía en estar limpios y sanos mentalmente.
Se acerca el final del Reto #UnMesEnteroSinQuejarte y hemos hablado de muchísimas cosas, pero si tu mente no adquiere el hábito de no quejarse, si el reto no ha transformado tu manera de pensar, todas esas palabras se quedarán ahí, obsoletas y perdidas.
Tu mente tiene el secreto de todo: aprender a ser feliz, disfrutar del momento, ser más positivo, no quejarte, ser una persona atractiva y agradable para los demás, alcanzar la paz y la serenidad… Todo lo que necesitas está dentro de ti. Recuerda una cosa: con la única persona que vas a pasar el resto de tu vida, las 24 horas del día, es contigo mismo. Y de tu relación entre tú y tu mente va a depender en gran medida cómo sea tu vida.
Pero no basta con querer. Hay que entrenar y poner en forma tu mente.
Hoy me gustaría hablarte de algo que puede ayudarte mucho y que a mí me apasiona: la meditación.
Existen muchas falsas creencias sobre la meditación. La mayoría de gente tiene la idea preconcebida de un monje budista permaneciendo horas en la misma posición sin pensar en nada. Sin embargo, realmente no es eso.
La meditación consiste en entrenar la mente para aprender a controlar lo que pensamos, ayudándonos a encontrar paz cuando estemos atribulados, claridad cuando estemos confusos y luz cuando nuestros pensamientos sean negativos.
Meditar no consiste en no pensar en nada ni dejar la mente en blanco, consiste en entrenar la mente para que haga lo que nosotros queremos que haga. Meditar te ayudará a tener la suficiente fuerza de voluntad para rechazar instantáneamente los pensamientos negativos y transformarlos en pensamientos positivos; en definitiva, a tener una buena salud mental.
La fuerza de la meditación es tal que investigadores de Harvard han demostrado que meditar durante 8 semanas reconstruye físicamente el cerebro.
Puedes ver toda la información en este link:
https://widemat.com/meditacion-cambia-cerebro
Han probado científicamente que la meditación:
– Mejora la memoria y la atención
– Nos hace más compasivos y empáticos
– Aumenta la autoestima
– Reduce el estrés y la ansiedad
Cualquiera querría eso para su vida y tan sólo necesitamos 10 minutos de nuestro tiempo. Es lo que deciamos al principio: si dedicamos tanto tiempo a cuidar nuestro cuerpo. ¿Por qué no regalarle tiempo a nuestra mente?
Podría hablar largo y tendido sobre la meditación y sus beneficios porque me encanta. De hecho, hemos escrito un libro que se llama «¿Y si el secreto de la felicidad estuviera en la mente?», disponible en formato epub. Por hoy vamos a dejarlo aquí 😉
El Mini-Reto de hoy
El objetivo del día es el siguiente: vas a hacer una visualización de lo que quieres en tu vida.
Escoge un lugar silencioso en el que no haya interrupciones. Apaga el móvil y pide que no te molesten durante un rato. Siéntate cómodamente con la espalda siempre recta. Si ves que mantener la espalda erguida te va a costar apóyate en el respaldo de una silla o en la pared. Inspira y espira siempre por la nariz.
Cierra los ojos y cuenta hacia atrás del 20 al 1. Coge y expulsa el aire lentamente y con cada inspiración vas bajando de número: 20, 19, 18… hasta llegar al 1.
Suele ser habitual, sobre todo al principio, que quieras acabar corriendo esta cuenta regresiva para ponerte cuanto antes con el ejercicio. Es un reflejo condicionado de nuestra vida cotidiana, donde todo tiene que ser rápido y ya. Recuerda que no tienes prisa y que debes disfrutar del presente. Es un ejercicio muy relajante y que prepara a la mente para la meditación. Céntrate en tu respiración.
Cuando hayas terminado vas a imaginarte cómo quieres que sea tu vida dentro de 5 años.
El secreto de este ejercicio es intentar visualizarte con todo lujo de detalles, como si ya estuvieras viviendo ese momento. (Ya vimos como para la mente tiene la misma importancia lo que hacemos que lo que pensamos).
Utiliza los cinco sentidos para hacer la visualización más real: intenta tocar, ver, oír, oler, saborear y en definitiva sentir lo que estás viendo en tu mente.
¿Dónde estás? Visualiza los máximos detalles posibles. ¿Cómo es la habitación? Pasea por ella y observa todos los detalles. ¿A qué huele (inspira e intenta imaginar que lo estás oliedo)? ¿Qué sonidos se escuchan? ¿Cómo estás vestido? Toca los objetos que ves en la habitación. ¿Cómo te sientes?
¿Cómo es tu vida? ¿Con quién estás? ¿Estás contento? ¿Qué sensaciones tienes? ¿Qué estas haciendo en ese preciso momento? ¿Qué has conseguido? ¿Estás orgulloso? ¿Estás feliz? Siente esa sensación con fuerza.
Recréate en la visualización, cuantos más detalles aportes mejor, el cerebro lo tendrá por más real. Haz este ejercicio frecuentemente, y sobre todo, cuando tengas dudas sobre ti mismo. Tú puedes con todo .
Esa imagen es lo que quieres en tu vida. Has sacado a la luz lo que interiormente anhelas con más fuerza. Esa fotografía mental debe convertirse en tu norte. Cuando en tu vida no sepas qué hacer o tengas que tomar una decisión difícil piensa en esa imagen. Analiza qué opción te acerca más a tu sueño y qué elección te aleja más de él.
Seguro que tus sueños se cumplen.
Como ya habrás notado a lo largo del reto, la queja es bastante frecuente en nuestras vidas. No es algo que hagas tú o yo, sino que es algo que todo el mundo hace. Nos hemos acostumbrado y lo vemos como algo normal. Hasta empezar este reto yo tampoco me había dado cuenta, pero ahora me asusta ver como es algo tan habitual.
A estas alturas seguro que has observado que la queja nos rodea completamente y que en muchas de nuestras conversaciones aparece de alguna forma u otra.
Vivimos en la cultura de la queja. Se ha convertido ya en un uso social totalmente aceptado e incluso en ocasiones competimos por ver quién se queja más.
Por poner un ejemplo: no sé si has pasado por un hospital hace poco (espero que no), pero si te paras a analizar las conversaciones de las personas que tienes al lado verás cómo solemos competir por ver quién está peor.
– Hola ¿qué tal María? ¿Qué haces por aquí?
– «Nada, que me encontraba mal y he ido al médico. Me ha dicho que tengo X»
– «Yo sí que estoy mal. Tengo X en estado avanzado y no sé ni cómo aguanto los dolores, pero qué se le va a hacer, es lo que toca. Además de esto yo tengo Y, W y Z, así que fíjate como estoy de mal. Vengo al médico pero no sé para qué, me conozco y esto no tiene solución».
¿Por qué queremos ganar hasta en esto?
Es triste porque la competición de la queja nos lleva a no escuchar a quien tenemos enfrente porque estamos pensando en lo que vamos a contestar a continuación que seguramente será «y yo más».
La competición de la queja no es un verdadero diálogo entre dos personas porque nadie se mete en la piel del otro, sino que sólo se trata de enumerar las desgracias para ver quién sufre más.
– «Las cosas en mi trabajo están fatal, están pensando en reducir plantilla».
– «Ufff pues eso no es nada, en el mío aún es peor, van a reducir plantilla y bajar los sueldos de todos los demás. Tienes suerte».
Cuando alguien necesita desahogarse tenemos que estar ahí para escucharle, ponernos en sus zapatos y ayudarle a buscar una solución. Nunca para ganar una competición ni para comparar su sufrimiento con el nuestro.
Es importante que aprendamos a distinguir la diferencia entre desahogarse y quejarse.
Vivir sin quejarnos no significa vivir de espaldas a la realidad. Necesitamos compartir lo que nos preocupa o lo que nos sucede para que nos ayuden a encontrar una solución. Una vez más, la principal diferencia entre ambos términos es que la queja no busca solucionar nada, nos exime de la responsabilidad y nos hace víctimas. Es una conversación que no lleva a ninguna parte.
De hecho, en ocasiones, desahogarse con la persona adecuada es una forma de solucionar las cosas. Comunicar lo que no te gusta o lo que te hace sentir mal a la persona que puede cambiar la situación es el camino correcto para encontrar el remedio. Si no estás de acuerdo con algo tienes que comunicarlo para poder cambiarlo.
En definitiva, en este reto debemos empezar a desaprender aquellos hábitos o conductas sociales que se consideran normales, a los que nos ha llevado la cultura de la queja. Una cultura que se ve reflejada en los siguientes ámbitos o situaciones:
– La Queja social. Que hace que empecemos nuestras conversaciones con extraños con una queja para romper el hielo: ¡Qué mal día hace hoy!, «¡Qué mal organizado está esto!», ¡Qué mal funciona el transporte en este país!
– Refranes tan antiguos y arraigados como «quien no llora no mama» que han hecho que la queja y el victimismo sean un instrumento para conseguir nuestros objetivos, en vez de hacerlo por méritos propios, con nuestro trabajo o talento. Y es que la cultura de la queja ha impregnado nuestro comportamiento social debilitando nuestros valores.
– Estamos preparados para denunciar lo negativo pero no para apreciar lo positivo. En los comercios existen «hojas de reclamaciones«, pero no «hojas de felicitación». Cuando alguien hace mal su trabajo nos quejamos, pero no hay ningún lugar donde podamos premiar a alguien que pone todo su empeño por hacerlo bien y que incluso da más de lo que se le exige. También se ve muy claro en los comentarios de los blogs o páginas web por ejemplo: parece que es más fácil dar tu opinión cuando no estas de acuerdo o para recalcar un fallo que para felicitar por el contenido.
– Negociar con la queja. Intentar mejorar nuestras condiciones apelando a nuestras desventajas en vez de a nuestras fortalezas. Es el espíritu de «Quéjate que te tratarán mejor». Un ejemplo: ir a la revisión de un examen y contar al profesor que es que has tenido una mala etapa, que te ha pasado esto y lo otro para que le de pena (muchas veces incluso inventando lo que sea). ¿No sería mejor preparar tus argumentos para defender tu examen?.
Despídete de la cultura de la queja y da la bienvenida al grupo de los que diseñan su futuro, trazan un plan y se ponen manos a la obra.
El Mini-Reto de hoy
Piensa y anota en un papel todas las ideas que se te ocurran sobre la cultura de la queja. ¿En qué otras situaciones la queja se ha convertido en algo normal? Una vez que descubrimos las cosas que damos por hecho pero que nos dañan es más difícil pasar por ellas sin darnos cuenta.
Anota también aquellas cosas de las que te quejas por costumbre o más habitualmente y casi ni te das cuenta. Son tu principal caballo de batalla.
“Basta una persona o una idea para cambiar tu vida para siempre”
El lema de este reto es: Un mes entero sin quejarte para cambiar tu vida.
Parece una premisa complicada de cumplir y ciertamente es difícil. De hecho, es imposible conseguirla de un día para otro, sin embargo, haciendo las cosas poco a poco como las has ido haciendo seguro que los cambios se han manifestado ya en tu vida.
Si echamos la vista atrás a lo largo del camino hemos aprendido muchas cosas que seguro que ya han supuesto un gran cambio para ti:
- Ahora sabes distinguir qué es y que no es una queja.
- La principal característica de la queja es que no conduce a nada, no busca solucionar las cosas. En el reto has aprendido a ser más resolutivo. Lo que no nos gusta tenemos que cambiarlo, no quejarnos. Ahora buscas soluciones, no fallos y eso es lo que te define.
- Conoces bien la diferencia entre un problema, una dificultad, un inconveniente y un contratiempo. Eso hace que hayas aprendido a no hacer los problemas más grandes de lo que son.
- Te conoces más y sabes perfectamente cuáles son tus principales quejas y cómo evitarlas. Durante este reto has pasado muchas horas reflexionando sobre ti mismo y sobre cómo mejorar, sin compararte con nadie. No lo dejes. Nunca hay que abandonar ese viaje interior.
- Has aprendido que lo contrario a la queja es la gratitud. Ahora te levantas cada mañana dando las gracias por todo lo bueno que tienes en tu vida. Eso hace que nuestro día empiece con sensación de abundancia y buen humor.
- Te has dado cuenta de que la queja no sólo nos daña a nosotros mismos, sino que también perjudica a los que tenemos a nuestro alrededor. Hay que evitar a las personas tóxicas y a los ladrones de energía, pero lo más importante es ¡No ser uno de ellos!
- También hemos aprendido a distinguir entre una crítica constructiva y una queja.
- Has empezado a cambiar tus pensamientos. Eres más positivo y te sientes mucho mejor contigo mismo. Seguro que te ha pasado que al eliminar los pensamientos negativos sientes que tu vida es mucho mejor que hace un mes cuando empezaste el reto. Ahora sabes que la clave de todo está en la mente.
- Tu vocabulario también ha cambiado. Tu lenguaje ahora es optimista y eres una persona con la que da gusto estar. Has eliminado las frases quejosas como «tengo que» o «no puedo» o «no sé». Te sientes capaz de todo y en seguida conviertes una queja en una afirmación positiva con el truco del «pero positivo».
- Estás de mejor humor porque has aprendido que la risa es el mejor mecanismo para minimizar las dificultades.
- Este mes te has centrado más en buscar lo que amas y menos en quejarte de lo que no tienes. Tu energía ha estado dirigida a disfrutar de la vida y cambiar lo que no te gusta. Tienes la sensación de estar estrenando algo maravilloso: cada día empieza el resto de tu vida. Ahora te centras en aquellas cosas que tienes, volviéndolas a valorar, en vez de vivir pensando en lo que no tienes.
- Eres mucho más asertivo. Sientes que tienes más control de tu vida y haces menos cosas por compromiso. Eres el responsable de tu vida.
- Ahora reconoces las quejas principales que todos tenemos y sabes cómo evitarlas: el trabajo, la comida, la crítica a los demás, la autocrítica… Tu actitud ha cambiado.
- Has aprendido a quererte un poco más. A aceptarte como eres y a mantener un diálogo interior mucho más saludable contigo mismo.
- Tu relación con los demás también ha mejorado. Ahora procuras ver el lado positivo de las personas que te rodean y seguro que ellos también lo han notado. Eres una persona que hace que los demás se sientan mejor y más cómodos a tu lado.
Parecen cambios bastante importantes ¿verdad?
Recuerda que eres tú el que tiene el control de tu vida y que puedes ser y hacer lo que quieras. La salud física es muy importante, pero también la salud mental. Hoy empieza el resto de tu vida y puedes hacer con ella lo que tu quieras. Moldeala a tu gusto.
Quejarte nunca te servirá de nada, pero ser el que toma las decisiones sí.
Sé agradecido, céntrate en lo positivo de las situaciones y de las personas, cambia lo que no te gusta, pon toda tu energía en conseguir lo que quieres y disfruta el momento presente con atención plena. El mejor momento es ahora. Piensa en positivo y ten sentido del humor. Atrae lo bueno. Sé bueno. No esperes a que pase algo para ser feliz, conviértete el dueño de tu destino, el capitán de tu alma. Sé inspirador para los demás y encuentra la magia que tienen las cosas cotidianas. Existen más milagros de lo que pensamos, el secreto es saber verlos. Una mirada diferente lo cambia todo. Aparecerán obstáculos, tristeza y dificultades, claro que sí. Eso es la vida. Pero seguro que encontrarás la forma de superarlos o de encajar el golpe. Todo es una cuestión de elección y causalidad. Recuerda que la vida no se deja ganar en generosidad y que cuando le ofreces todo lo que tienes te devuelve mucho más de lo que le das. Tienes un papel en blanco, escribe una bonita historia que merezca ser recordada.
No te quejes y sigue cambiando tu vida.
El Mini Reto de hoy
Coge lápiz y papel y evalúa cómo ha ido tu reto. ¿En qué ha mejorado tu vida? ¿Qué nuevos hábitos has adquirido? ¿Qué te sigue costando más? Recuerda que el reto no acaba aquí. Esto sólo acaba de empezar.
Quiero que sepas que ha sido un placer hacer el reto contigo. El mes se ha pasado volando pero siento que he aprendido muchas cosas, y sí, puedo decir que el reto ha mejorado mi vida, pero que tengo que continuar con ello. Hacer el reto en compañía me ha hecho las cosas más fáciles y he contado con toda la implicación de familia y amigos con los que he comentado cada día lo escrito y me han dado muchas veces nuevas ideas.
De todo corazón, muchas gracias.
Que pases un buen día.
Comparte el reto
Los retos compartidos son mucho más fáciles. Intenta implicar a tus personas más cercanas con el reto y estarás creando una red de bienestar y positividad a tu alrededor. También puedes retar a tus amigos en las redes sociales y así el reto se irá haciendo cada vez más grande.
Nos gustaría también que compartieras tu experiencia con el hashtag #UnMesEnteroSinQuejarte o poner un comentario aquí debajo porque así, entre todos, nos iremos animando.
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